Tras más de una década advirtiendo sobre los peligros de la polarización política y el descrédito de las instituciones, la crisis provocada por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) ha sacado a la luz todos los errores del sistema. "Ante una catástrofe imprevista, se nos han visto todas las costuras. Nuestra política está hecha un desastre", indican los expertos.

En Paiporta, el corazón de la devastación causada por las riadas que azotaron la provincia de Valencia hace dos semanas, hay un cruce de calles donde la fachada de un edificio ha colapsado debido al impacto del agua. Es posible que aquí se estampara algún vehículo en la terrible madrugada del 29 de octubre. Hasta hace poco, bajo un letrero de 'prohibido el paso', se amontonaban bolsas de basura y electrodomésticos destruidos, reflejando la desorganización y la falta de gestión ante la emergencia.

Las consecuencias de esta situación no solo se ven a nivel local. A medida que aumentan las críticas hacia el gobierno, el clima de crispación y desconfianza se propaga por toda España, exacerbando el sentimiento de que las instituciones no están a la altura de las circunstancias.

Además, expertos advierten que este tipo de crisis puede tener implicaciones a largo plazo en la percepción pública de la política y en la participación ciudadana, un fenómeno que se ha extendido en varias comunidades del país. Los ciudadanos, alarmados por la falta de respuesta efectiva de las autoridades, empiezan a cuestionarse si realmente están bien representados. Si los gobiernos no toman acción de inmediato para reparar los daños y ofrecer respuestas adecuadas, corren el riesgo de perder la confianza del electorado para siempre.

Mientras tanto, las calles de Valencia, antes llenas de vida, ahora son testigos de la desolación. La pregunta que muchos se hacen es: ¿será esta la gota que colme el vaso de la crisis política en España?