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Las Últimas Horas de la Duquesa de Alba: Un Último Banquete y Sueños de Nueva York

2024-11-19

Autor: José

El 20 de noviembre de 2014, a los 88 años, falleció Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, conocida como la duquesa de Alba, en su majestuoso palacio de Dueñas, en Sevilla. Con más de 40 títulos nobiliarios y 14 grandezas, fue una de las figuras más emblemáticas y queridas de la aristocracia española y un ícono mediático del siglo XX.

La causa de su muerte fue una complicación de gastroenteritis junto con una neumonía, enfermedades que su frágil estado de salud y avanzada edad no le permitieron superar. Sin embargo, la noche antes de su fallecimiento, la duquesa mostró una inesperada mejoría. En un gesto de celebración por su recuperación, solicitó a su cocinero que le preparara unas deliciosas manitas de cerdo, su plato preferido, y comenzó a planificar un soñado viaje a Nueva York junto a su amado esposo Alfonso Diez.

Cayetana había sido internada en la UCI del hospital Quirón Sagrado Corazón de Sevilla el 16 de noviembre, tras sufrir un episodio de ahogamiento y complicaciones respiratorias. A lo largo de los años, su salud había sido un desafío constante, especialmente después de la muerte de su segundo marido, Jesús Aguirre, en 2001. A pesar de ser conocida por su "mala salud de hierro", a partir de ese momento sufrió varios contratiempos, incluyendo un ictus, operaciones en la espalda y la colocación de una válvula en su cabeza para tratar su hidrocefalia.

Después de la fractura de pelvis y fémur durante un viaje a Roma, su estado de salud se deterioró rápidamente, lo que la llevó a recluirse en su palacio. Su última aparición pública fue un concurso hípico un mes antes de su muerte, donde se le notaba un claro deterioro físico. En los días previos a su fallecimiento, los médicos la tenían bajo estrecha vigilancia. Aunque el día lunes los doctores aseguraron que estaba "estable", también alertaron sobre el peligro inminente que representaba su edad avanzada y las múltiples patologías que padecía.

El 18 de noviembre, Cayetana, consciente de su situación, expresó su deseo de regresar a casa. "Quiero irme a casa, me prometisteis que no me sacaríais de allí", insistía a su marido Alfonso y a sus hijos. Fue trasladada a Dueñas, donde se acondicionó un espacio para su tratamiento, con el espíritu indomable de quien anhelaba aferrarse a la vida.

Sorprendentemente, el 19 de noviembre, disfrutó de un momento de lucidez y vitalidad, lo que llevó a sus seres queridos a albergar esperanzas de un milagro. Compartió risas y charlas con Alfonso, quienes plasmaron juntos los detalles de su futuro viaje a Nueva York, un sueño que siempre había despertado su entusiasmo. Sin embargo, la vida a veces nos juega cruelas pasadas, y en las horas siguientes, la duquesa se despidió de este mundo, dejando un legado de glamour y resiliencia en la historia de España.