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Lluís Llach revela cómo afrontó su muerte tras ser diagnosticado con cáncer: “No nos educan en morir”

2024-10-06

Autor: Manuel

Nadie está realmente preparado para afrontar una sentencia de muerte, pero Lluís Llach vivió esta dura realidad de manera profunda. En 1991, los médicos le comunicaron un diagnóstico devastador: un melanoma maligno avanzado que, según las estadísticas médicas, le otorgaba apenas un año y medio de vida. “Me condenaron a muerte”, declaró durante su intervención en el programa Col·lapse de TV3, como si hablara de un hecho ya asimilado.

Lo que realmente impacta no es solo la noticia del diagnóstico, sino cómo decidió enfrentar esta adversidad. En lugar de dejarse vencer por el miedo, Lluís optó por algo tan simple como poderoso: decidió apreciar cada momento de su vida. Se dedicó a valorar los pequeños detalles cotidianos que normalmente pasamos por alto. “Apreciar cada pájaro que pasa, cada estrella que cae”, compartió con profunda reflexión.

Llach también expresó su pena al respecto de cómo la sociedad trata el tema de la muerte. A su juicio, no solo nos falta la preparación adecuada para hablar de la muerte, sino que además, existen presiones sociales que nos enseñan a temerla desde una temprana edad. “Vivimos con un pánico a la muerte cuando, en realidad, es un acto de naturalidad absoluta", afirmó.

La percepción de vivir de espaldas a nuestra propia mortalidad implica que a menudo nos convertimos en víctimas del miedo. Este fenómeno no solo afecta a los enfermos, sino que es una realidad que todos deberán enfrentar en algún momento: la muerte es inevitable, pero su aceptación se evita sistemáticamente. “No nos educan en morir”, lamentó.

Al ser un “agnóstico militante”, Llach ha encontrado consuelo en la idea de que no hay nada después de la muerte. Aunque muchos podrían ver esto como una perspectiva desalentadora, para él, el concepto de que “no hay nada después” se traduce en una “tranquilidad total”. Sin miedo ni dudas, lo que queda es dejar algo en este mundo, por pequeño que sea.

Esta visión tan cruda de la vida y la muerte, aunque desafiante, puede ser también liberadora. En un mundo donde se evita hablar de la muerte, Llach se erige como una voz que invita a todos a reflexionar sobre la vida, vivir plenamente y apreciar cada segundo, porque, al final, la muerte es parte de la existencia.

Llach destaca que es fundamental abrir el diálogo sobre este tema en la sociedad actual, especialmente en tiempos complicados. Su mensaje resuena con muchos que piensan que la muerte debe ser un tema más presente en nuestra educación y cultura, y su historia es un recordatorio poderoso de que cada día es un regalo.