Un Viernes Santo Inolvidable

La emoción se palpa en el aire mientras los nazarenos de El Cachorro cruzan el puente en dirección a Sevilla, un momento esperado por todos. Apenas ha pasado una hora desde que la capilla de los Marineros cerró sus puertas, y ya se percibe la devoción que pronto llevará a Roma la representación sevillana. El Paseo de la O, adornado con túnicas moradas y multitudes, se siente vivo, lleno de fervor y color.

La Diversidad de la Multitud

Las calles están animadas pero no saturadas. El contraste es evidente: trajes oscuros y elegantes se mezclan con camisetas casuales y zapatillas deportivas. Lo más notable es la gran cantidad de extranjeros que, con sus móviles en mano, buscan capturar cada instante, mientras los locales también graban cada paso. Se hace necesario recordarles que el verdadero espectáculo se vive en primera fila, disfrutando de la majestuosidad sin intermediarios.

Conversaciones y Turistas Curiosos

En las calles, la tradición de hablar resurge. Un grupo de turistas mexicanos pregunta dónde termina la procesión, mientras un local, con un gesto de alivio, les indica que aún hay camino por recorrer. Otro visitante se encuentra con la curiosidad moderna de preguntar a una IA sobre quienes llevan las cruces, reflejando lo universal de una celebración que atrae a miles.

Un Ritual Renacido

Este año, el Viernes Santo resurge tras el parón de la lluvia del año anterior. Entre rostros de devoción, la figura de La Soledad de San Buenaventura avanza por la calle Tetuán, su tristeza palpable. El ambiente se llena de preguntas sobre el significado de cada paso, llegando a oídos atentos de quienes son nuevos en la tradición.

Recuerdos y Tradiciones

Los homenajes a los hermanos que han partido son parte integral del día. La memoria de figuras queridas se honra con cada levantá en las capillas. El Viernes Santo evoca recuerdos de infancia: el sabor de las torrijas y el aroma del bacalao con tomate están presentes en cada hogar, tocando el corazón de quienes, aunque no sean cofrades, sienten nostalgia al escuchar una marcha.

La Magia de la Semana Santa

La saya de la Virgen de Montserrat, realizada por maestros artesanos, simboliza la unión de las hermandades. La emoción crece a medida que las cofradías se preparan para salir, con miembros del ejército y nuevos monaguillos listos para seguir la tradición.

Noche de Silencio y Serenidad

A medida que el día se convierte en noche, el misterio inunda las procesiones. La Mortaja, una de las cofradías más esperadas, evoca el luto y el respeto, resonando el sonido de campanas que marcan el ritmo solemne de la despedida de Cristo. El día, que comenzó con esperanza, cierra con un cortejo silencioso, recordando a quienes vivieron la Pasión.