Los habitantes de Gaza que se encontraron desplazados en el Hospital de los Mártires de al-Aqsa han estado soportando terroríficos ataques israelíes una vez más, pero el ataque más reciente ha sido un verdadero caos que superó a todos los anteriores. Las llamas saltaron de tienda en tienda, los gritos de personas en agonía resonaron en la noche, y los cuerpos quedaron tan carbonizados que apenas eran reconocibles.

Mahmoud Wadi, un joven de 20 años, describió su experiencia, diciendo: "Cada vez que dormimos, nos despertamos con la misma imagen aterradora de tiendas en llamas y gente gritando." Wadi y su familia han estado viviendo en el hospital durante meses, y este fue el séptimo ataque que presenciaron desde su llegada.

En esta ocasión, el calor del fuego los rodeó al instante, y Mahmoud presenció cuerpos "chamuscados y negros, como enormes trozos de carbón". La familia Wadi, como muchas otras, decidió acampar en el estacionamiento del hospital con la esperanza de que las leyes internacionales protegerían su espacio, pero, lamentablemente, se encontraron en medio de un nuevo ataque.

El ejército israelí argumentó que su objetivo era un centro de comando de Hamás cercano al hospital, y aseveró que el incendio fue provocado por explosiones secundarias. Sin embargo, los sobrevivientes afirmaron que el fuego se había visto agravado por las bombonas de gas de cocina de las familias y las llamas que consumían sus tiendas de plástico.

Abed Musleh, un joven de 25 años que llegó al lugar huyendo del norte de Gaza, compartió su trauma: "La escena más difícil que puedes vivir es ver a tus vecinos ardiendo vivos y no poder hacer nada para ayudarlos", expresó. Musleh calculó que el fuego había consumido al menos 30 tiendas, mientras los residentes buscaban cubos para ayudar a los equipos de rescate a controlar las llamas.

La cifra de víctimas no para de aumentar. La autoridad de salud palestina reportó inicialmente cuatro muertos y más de diez heridos, pero Médicos Sin Fronteras más tarde señaló que cinco personas habían fallecido y muchas más sufrían quemaduras severas.

A pesar de la devastación, Musleh no tiene planes de abandonar el área: "No hay ningún otro lugar donde ir, y no puedo imaginar que haya un sitio más seguro que un hospital", dijo con desolación.

La comunidad internacional ha criticado a Israel por los ataques a instalaciones civiles, incluidos hospitales, a lo largo del prolongado conflicto en Gaza. Un informe de la ONU resaltó que Israel ha llevado a cabo una política deliberada de destrucción del sistema de salud en la región. Por otro lado, el ejército israelí sostiene que sus acciones están justificadas por su información sobre la actividad de Hamás en la zona.

Sin embargo, para los dos millones de habitantes de Gaza, la realidad es clara: ningún lugar es seguro y, con más del 90% de la población desplazada, están quedando sin refugios seguros. Mohammed Ramadan, que perdió su tienda de campaña pero sobrevivió con su familia de diez miembros, expresó su angustia: "No hay lugares seguros ni queda ningún sitio donde refugiarse".

Los relatos de terror de estos sobrevivientes destacan la urgencia de la situación en Gaza, donde las vidas continúan en la cuerda floja, y la comunidad internacional se enfrenta a la difícil realidad de una crisis humanitaria que parece no tener fin.