Ciencia

Obituario: Fallece María Antonia Cerezo, la querida profesora de matemáticas del Sagrado Corazón

2024-11-27

Autor: Manuel

El pasado 25 de octubre, a la edad de 90 años, la comunidad educativa de Valladolid se vistió de luto para despedir a María Antonia Cerezo Cortejoso, una maestra que dedicó su vida a la enseñanza de las matemáticas en el colegio Sagrado Corazón La Anunciata. Aunque se retiró del aula a principios de siglo, nunca se alejó del corazón de la institución, asistiendo a numerosos eventos y manteniendo la conexión con sus antiguos alumnos y colegas, a quienes consideraba parte de su familia.

María Antonia no solo fue una educadora excepcional, sino también una persona de gran calidez humana. Muchos de sus estudiantes, como María Jesús Sanz, quien la conoció en 1962 tanto como alumna y más tarde como compañera, la recuerdan con cariño. "Era todo corazón, una maestra que hacía que lo difícil pareciera fácil; sus clases eran únicas gracias a la ilusión y el cariño que ponía", comenta Sanz, quien destaca que su legado va más allá de la enseñanza matemática, tocando profundamente la vida de quienes tuvieron la suerte de estar cerca de ella.

El vínculo que desarrolló con sus alumnos era extraordinario. María Jesús recuerda cómo sus hijos la llamaban "abuela"; para ellos, María Antonia fue un pilar fundamental en su crecimiento personal. Su generosidad era conocida por todos, tanto en lo personal como en lo profesional. "Siempre estaba dispuesta a ayudar y a dar lo que podía. Era una persona muy activa y tenía un carácter fuerte, pero lo utilizaba de una manera positiva", señala María Jesús.

Otra de las voces que homenajea a la maestra es la de José Luis Varela, un colega que compartió el centro escolar durante varios años. Recuerda la buena relación que mantenían a pesar de ser, en cierto modo, rivales en el aula, ya que él enseñaba latín y ella matemáticas. "Nuestro vínculo era especial, lleno de respeto y camaradería, y siempre nos apoyamos entre nosotros", reconoce Varela, quien también cita la cercanía y el ambiente familiar que María Antonia creaba en su interacción con alumnos, padres y compañeros docentes.

Aunque se jubiló a finales del siglo XX, nunca dejó de participar en los eventos de su querido colegio. María Antonia dejó atrás un legado imborrable, dejando a sus hijos, nietos y bisnietos en este mundo que tan bien se esforzó por educar. Desafortunadamente, su número tres ya no está entre nosotros, pero el amor y respeto por su madre perduran.

Familiares, amigos y exalumnos se reunieron para rendirle homenaje y darle el último adiós. Su espíritu vivirá siempre entre los que la conocieron y apreciaron su dedicación. Descansa en paz, María Antonia Cerezo, tu legado educativo y humano permanecerá en el corazón de todos.