En las últimas décadas, la medicina ha logrado avances impresionantes en el tratamiento de la leucemia linfoblástica aguda, especialmente en bebés, niños y adolescentes. Este progreso ha resultado en un aumento constante de la tasa de supervivencia entre estos pacientes. Sin embargo, muchos de estos sobrevivientes se encuentran lidiando con una serie de problemas de salud que pueden surgir a medida que se adentran en la vida adulta. Aunque logran llevar una vida productiva, enfrentan un riesgo mayor de desarrollar enfermedades secundarias como complicaciones cardíacas, problemas respiratorios y trastornos endocrinos, relacionados en gran medida con los efectos tóxicos de la quimioterapia.

Recientemente, un grupo de investigación liderado por Nuno Rodrigues dos Santos en el Instituto de Investigação e Inovação em Saúde (I3S) de la Universidad de Porto ha comenzado a explorar un ángulo menos discutido: el impacto que las células malignas de la leucemia podrían tener en el tejido sano. Este proyecto colaborativo, en asociación con el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y la Universidad de Oxford, busca entender cómo estas células afectan a los órganos esenciales que producen células inmunitarias, incluyendo el timo y la médula ósea.

La investigación ha revelado que los supervivientes de leucemia a menudo tienen un sistema inmunitario debilitado, lo que aumenta su susceptibilidad a infecciones y enfermedades autoinmunes. Rodrigues dos Santos afirma: “Nuestro objetivo es investigar el grado de daño que las células leucémicas malignas infligen a los tejidos normales en los que crecen. Esto nos permitirá predecir disfunciones inmunitarias con mayor precisión y, en última instancia, ayudará a desarrollar estrategias de seguimiento y tratamiento más efectivas para mejorar la salud a largo plazo de estos pacientes.”

Además, es fundamental que se implementen programas de seguimiento a largo plazo para estos sobrevivientes, ya que los estudios revelan que incluso años después del tratamiento, las secuelas pueden seguir impactando su calidad de vida. La concienciación sobre estos desafíos puede contribuir significativamente a la mejora del tratamiento y los protocolos de atención a sobrevivientes de leucemia. La lucha no termina con la remisión; apenas comienza una nueva etapa que requiere atención continua y un enfoque en la salud integral.