China y la Unión Europea se encuentran en la etapa final de negociaciones para resolver la intensa guerra comercial relacionada con los automóviles eléctricos. Europa ha señalado que la competencia desleal proviene de los subsidios gubernamentales en China, que permiten a sus fabricantes ofrecer precios muy por debajo de los estándares del mercado europeo.

Para contrarrestar esta situación, la UE implementó unos aranceles adicionales del 10%, que varían en función de las marcas, con un tope que alcanza el 38,1%. Esta medida incluye vehículos fabricados en China, sin importar si sus marcas son europeas o estadounidenses, lo que ha intensificado el conflicto entre ambas potencias económicas.

Sin embargo, una posible salida efectiva ha surgido en forma de un 'precio mínimo' para los vehículos eléctricos importados desde China. Este nuevo mecanismo ha sido discutido por ambas partes como una solución viable que podría equilibrar la competitividad. Según reportes de Autonews, los negociadores están explorando un esquema de 'precios flexibles', que definiría un umbral mínimo para los coches chinos, lo que podría disipar las preocupaciones europeas sobre la competencia desleal.

Implementar esta fórmula podría allanar el camino hacia un acuerdo más favorable para los fabricantes europeos, permitiendo establecer una barrera que desincentive la oferta de precios extremadamente bajos por parte de los fabricantes asiáticos, sin la necesidad de altos aranceles que podrían excluir a ciertos modelos del mercado.

Se anticipa que las decisiones finales se tomarán en breve, lo que podría marcar un hito en las relaciones comerciales entre Europa y China. El futuro del mercado de vehículos eléctricos está en juego, y la manera en que estas negociaciones se resuelvan podría impactar significativamente tanto a los consumidores como a los fabricantes a ambos lados del océano.