Un Desfile que Detiene el Tiempo

Casi a las 14:30, el vibrar de los tambores de la banda Nuestra Señora de la Esperanza marcaba el inicio de uno de los momentos más emblemáticos de este Sábado Santo. La hermandad del Sol recorría los jardines de Murillo, un escenario perfecto tras el granizo que había caído el Martes Santo. Turistas y lugareños se agolpaban en el Paseo de Catalina Ribera, atraídos por las melodías de 'Aurora' y 'Siempre Macarena' que acompañaban el majestuoso paso del palio junto a la antigua muralla del Alcázar. "¡Qué casualidad!", exclamaba una visitante, móvil en mano, mientras seguía el paso de la Virgen del Sol. Hay momentos que hacen que el tiempo parezca detenerse.

La Llegada de los Servitas y un Encuentro Divino

En paralelo, el cuarteto de viento de la Capilla San Telmo daba comienzo al solemne cortejo de los Servitas, la primera de las cuatro agrupaciones que acompañarían a la Trinidad. Familias enteras se posicionaban frente a la basílica de María Auxiliadora, abrazando el mensaje de Jesucristo: "Dejad que los niños se acerquen a mí". En torno a la estatua del santo fundador salesiano, los pequeños fieles se reunían, reviviendo la tradición que perdura en el tiempo.

Un Recorrido de Sentimientos y Esperanza

A pesar de la ligera lluvia que comenzó a caer, nada detuvo el fervor de los asistentes. La hermandad continuaba su estación de penitencia con la conmovedora interpretación de 'Mirada de esperanza' por la Oliva de Salteras. "No defrauda", proclamaba el cartel en la entrada, recordando la solemnidad de este Año del Jubileo.

Entre la Amargura y la Macarena

Mientras la madre dolorosa sostenía al hijo en la marcha 'Siervos de tus Dolores', el camino hacia el convento de Santa Ángela se tornaba un acto de devoción inigualable. El ambiente, lleno de espiritualidad, contrastaba con la bulliciosa Plaza de la Encarnación, donde el cielo gris parecía fusionarse con la estructura monumental de Jürgen Mayer.

Un Jueves Santo para Recordar

Este Sábado Santo, repleto de simbolismo, no solo marcó un año más de tradiciones, sino que entrelazó siglos de historia en un solo lugar, creando momentos que perduran en nuestra memoria. Así, el Santo Entierro, a pesar de su corto recorrido, añadía una nota de solemnidad que ponía un toque final a un día que, sin duda, se quedará grabado en el corazón de los asistentes.