Salvador Illa, el president de la Generalitat, ha anunciado su participación en los actos oficiales del 12 de octubre en Madrid, poniendo fin a 14 años de ausencia de representantes catalanes en estas ceremonias emblemáticas. Este gesto tiene como objetivo restaurar la normalidad institucional y fomentar un mejor entendimiento entre la Generalitat y el Estado español.

Su presencia está confirmada tanto en la recepción real del rey Felipe VI como en el posterior desfile militar, eventos que han sido evitados por sus predecesores en un claro acto de protesta institucional. Se ha observado que desde que José Montilla dejó el Palau en diciembre de 2010, ningún president catalán había asistido a estos actos, lo que realmente subraya el significado de la llegada de Illa en este contexto.

Históricamente, la decisión de participar en las celebraciones del Día de la Hispanidad ha sido una fuente de controversia en Cataluña. Anteriormente, presidentes como Jordi Pujol también se hicieron presentes en los actos, aunque en ocasiones solo participaron en ofrendas en Cataluña, buscando así un equilibrio entre la participación y la reivindicación.

La asistencia de Illa no solo busca reintegrar a la Generalitat en el ámbito institucional, sino que también podría ser interpretada como un paso hacia la reconciliación entre las diferentes regiones de España, especialmente en un momento en el que las tensiones políticas siguen latentes. En este clima, muchos se preguntan si este gesto abrirá la puerta a un diálogo más fructífero o simplemente será visto como una formalidad vacía.

Desde el inicio de su gobierno, Illa ha manifestado su compromiso con el acercamiento a las instituciones estatales y las relaciones intergubernamentales. Su participación en estos actos podría ser un indicativo potente de una nueva era para la política catalana, en la que el diálogo y la interacción con el Estado podrían ser claves para avanzar en temas como la economía y la cohesión social.