El FC Barcelona, conocido por ser el rey del balonmano con cinco títulos en el Mundial de clubes, ha caído en una polémica derrota en El Cairo. Por primera vez en la historia del torneo, el conjunto catalán fue vencido por un equipo no europeo, el egipcio Al Ahly, con un marcador de 32-29. Esta derrota no solo significa que el Barçza se queda sin medalla, sino que también marca su primera vez fuera del podio en sus 10 participaciones en el evento. El tercer lugar y un premio en efectivo de 50.000 euros se quedaron en casa, un golpe duro para los azulgranas.

El Barçza, que había derrotado al Al Ahly en la fase de grupos con un claro 31-23, no pudo replicar su buen desempeño. La intensidad del equipo egipcio fue notable, y el Barça pareció desorientado y poco preparado para lo que venía. Los jugadores, todavía recuperándose de la decepcionante semifinal en la que cayeron ante el Veszprem, no lograron encontrar su ritmo y sufrieron una racha de 16-8 que sentenció el partido.

Carlos Ortega, el técnico del Barçza, hizo todo lo posible para corregir el rumbo desde el inicio, pidiendo un tiempo muerto después de apenas 10 minutos. Sin embargo, la defensa del equipo fue débil y el ataque se mostró precipitado, lo que permitió a los egipcios tomar la delantera. Mohamed Ibrahim y Mohsen Ramadan, figuras clave del Al Ahly, fueron un verdadero dolor de cabeza para la defensa catalana, que extrañó a su especialista Thiagus Petrus, quien no pudo participar en el partido.

A pesar de un par de momentos destacados en la primera mitad, donde el Barçza logró cerrar la brecha al 18-15 gracias a un sólido esfuerzo de Gonzalo en la portería, esto no fue suficiente. Makuc, quien había tenido un inicio difícil, logró reponerse un poco en el segundo tiempo, lo que permitió al equipo igualar momentáneamente el marcador 21-20. Sin embargo, la buena actuación de Abdelrahman Taha en la portería del Al Ahly logró frenar cualquier intento de remontada.

El Al Ahly se mostró más sólido y organizado, siempre manteniendo dos o tres goles de ventaja, aprovechando las debilidades de una defensa azulgrana que nunca lució compacta. Con cada gol, la confianza del conjunto local creció, a la vez que la frustración de los jugadores del Barçza aumentaba.

Aunque la derrota no afecta drásticamente las aspiraciones del Barcelona para la temporada, la imagen de ser el defensor del título quedó ligeramente opacada. Los años olímpicos son particularmente exigentes para los equipos europeos y, ante la carga del calendario, es comprensible que el agotamiento empiece a hacerse presente entre los internacionales.

El FC Barcelona tiene el reto de demostrar que este revés en El Cairo fue solo un tropiezo y no el inicio de una caída en picado. La historia ha mostrado que, a menudo, una derrota puede servir como un incentivo que catapulta a un equipo a lograr grandes cosas, como la Final Four de Colonia o hasta ganar la Champions. El tiempo dirá si esta experiencia será solo un episodio pasajero o un reflejo de debilidades que deben ser corregidas.

El Barçza tiene muchos caminos por recorrer en la temporada, y los aficionados esperan que aprendan de este descalabro para volver más fuertes.