El 7 de octubre de 2023, Hamás lanzó un ataque sorpresivo contra Israel en una operación conocida como ‘Tormenta de Al Aqsa’, resultando en la muerte de alrededor de 1.200 israelíes y extranjeros, además de unos 250 secuestrados. Este ataque desató una respuesta militar sin precedentes, denominada ‘Espadas de Hierro’, dando inicio a un conflicto devastador que ha cobrado la vida de miles y ha afectado a la población civil de manera alarmante.

Desde que comenzó esta guerra, una persona muere cada 12 minutos en Gaza. Para poner esto en perspectiva, un palestino pierde la vida en el tiempo que se tardan en escuchar tres canciones o hervir pasta, y un niño muere cada 46 minutos, menos del tiempo que toma ver un capítulo de una serie. Durante las fases más intensas de la invasión israelí, particularmente entre octubre y noviembre de 2023, la situación fue aún más crítica, con una fatalidad cada cinco minutos.

La Franja de Gaza sufrió una intensa campaña militar de norte a sur. Tras la entrada de los primeros tanques, se reportaron 2.094 muertes en la primera semana, y 3.023 en dos semanas más. Hasta el 25 de noviembre, cuando se alcanzó la primera y única tregua hasta la fecha, más de 15.000 personas habían muerto como consecuencia de los bombardeos. Esta fase fue considerada la más letal.

Mientras la población huía hacia el sur en búsqueda de refugio, las fuerzas israelíes continuaron sus ataques. En diciembre, las tropas lanzaron ofensivas en Jan Yunis, donde más de 250 personas perdieron la vida en un solo día, incluso durante las festividades navideñas. En mayo, a pesar de las solicitudes de alto el fuego por parte de la Unión Europea, las tropas israelíes avanzaron hacia Rafah, la zona más meridional, donde la población se encontraba atrapada en condiciones inhumanas.

A día de hoy, aunque el número de víctimas no ha crecido tan rápidamente como en los primeros meses, las actualizaciones son escasas y las víctimas continúan aumentando. Se estima que al menos otras 10.000 personas siguen desaparecidas, lo que agrava aún más la tragedia.

El recuento de víctimas proviene del Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás, que no distingue entre civiles y combatientes debido a la falta de uniformes en este contexto. La ONU ha respaldado estos números, observando coincidencias significativas con recuentos previos en conflictos anteriores en Gaza. Sin embargo, la magnitud del sufrimiento humano y la devastación resultante sigue siendo incalculable, planteando interrogantes sobre el futuro de la región y la urgencia de una solución duradera.