El Alzheimer es una de las enfermedades más devastadoras y desgastantes, no solo para quienes la padecen, sino también para sus familiares que ven cómo un ser querido pierde la memoria y no reconoce a quienes lo rodean. Es un trastorno cerebral que destruye lentamente la memoria y la capacidad de pensar.

En las últimas décadas, la comunidad científica ha estado en una incansable búsqueda de tratamientos y medicamentos que puedan frenar el avance de esta cruel enfermedad. Aunque muchos esfuerzos anteriores no han dado resultados positivos, la esperanza renace con un nuevo enfoque: un medicamento desarrollado originalmente para tratar la esquizofrenia podría tener un impacto significativo en la lucha contra el Alzheimer. Este no es el primer intento de utilizar fármacos dirigidos a la esquizofrenia para combatir esta enfermedad cognitiva.

Desde la aprobación regulatoria de un medicamento antipsicótico en 2011, se han desarrollado varios tratamientos en distintas fases para su posible aplicación en el Alzheimer. El más reciente, conocido como KarXT, representa una forma innovadora de abordar la enfermedad, ya que se enfoca en los receptores muscarínicos en lugar de restringir la actividad de la dopamina, como lo hacen otros tratamientos.

Jeffrey Conn, un destacado farmacólogo de la Universidad de Vanderbilt, ha mencionado que nunca antes había visto tanto entusiasmo y expectativa en el campo de la psiquiatría por un enfoque tan novedoso. Esto se debe a que, tras la aprobación de KarXT por las autoridades de EE. UU., el interés por estos medicamentos ha cobrado fuerza.

KarXT incorpora la xanomelina, un compuesto que fue desarrollado en los años 90 y que ha mostrado su capacidad para reducir síntomas psicóticos en enfermos de Alzheimer. Sin embargo, en ensayos clínicos previos, algunos pacientes dejaron de usarlo debido a efectos adversos como vómitos y náuseas, lo que llevó a que el fármaco se archivara temporalmente.

Años después, en 2009, Karuna Therapeutics combinó la xanomelina con el trospio, que bloquea los receptores muscarínicos sin cruzar la barrera hematoencefálica. Este enfoque ha demostrado generar beneficios cognitivos y antipsicóticos sin los efectos secundarios más severos. La xanomelina actúa sobre dos de los cinco receptores muscarínicos, M1 (relacionado con la cognición) y M4 (asociado a efectos antipsicóticos), lo que es una estrategia prometedora para el manejo del Alzheimer.

Los expertos, como Andrew Tobin, neurocientífico de la Universidad de Glasgow, sugieren que los medicamentos que se enfocan en múltiples receptores podrían ofrecer más beneficios terapéuticos y menos efectos secundarios, lo que es crucial para la población de pacientes mayores que sufren de Alzheimer. Los receptores M1 son de particular interés, ya que su activación está vinculada a la mejora cognitiva, lo que alimenta la esperanza de que este tipo de fármacos pueda desacelerar el deterioro cognitivo.

Sin embargo, a pesar del optimismo que rodea a KarXT, se debe tener cautela. Los ensayos clínicos se llevaron a cabo en entornos controlados, por lo que será importante observar cómo se comporta el medicamento en el mundo real, donde los pacientes pueden verse afectados por una variedad de factores ambientales. Recientemente, Bristol Myers Squibb (BMS) presentó los resultados de dos estudios en los que se observó que, después de un año de tratamiento con KarXT en pacientes con esquizofrenia, hubo una mejora notable. No obstante, entre el 11% y el 18% de los participantes experimentó efectos adversos importantes que los llevaron a interrumpir el tratamiento.

La pregunta en el aire es: ¿será KarXT la respuesta que tanto se ha buscado en la lucha contra el Alzheimer? La comunidad científica sigue en apuros, pero la posibilidad de un nuevo tratamiento genera una chispa de esperanza en muchos corazones.