La conexión entre el cuerpo y la mente es fundamental para nuestra salud general. La doctora Kim Johnson, neuróloga en Estados Unidos, ha descubierto que muchas personas padecen un mal hábito que afecta gravemente su cerebro: llevar una vida sedentaria. Este fenómeno, que se ha vuelto común en la era digital, no solo afecta nuestra salud física, sino que repercute en nuestro bienestar mental.

El sedentarismo, en conjunto con el estrés y la falta de actividad física, crea una tormenta perfecta que puede llevar a consecuencias devastadoras, incluyendo una disminución en funciones cognitivas y un aumento en el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

Según Johnson, “cuando las personas no se ejercitan de manera regular, no solo están descuidando su fuerza física, sino que también están poniendo en riesgo su salud mental”. La actividad física es esencial ya que libera factores de crecimiento nervioso (NFG), que estimulan la salud neuronal y ayudan a proteger nuestras células nerviosas.

Además, el ejercicio cardiovascular ha demostrado que aumenta el flujo sanguíneo al cerebro, lo que no solo mejora la concentración y la memoria, sino que también puede actuar como un escudo contra la demencia en la vejez. El NFG se asocia con el fortalecimiento de la mielina, una sustancia que recubre y protege las fibras nerviosas, y que puede sufrir daños con el paso del tiempo.

Para contrarrestar estos efectos, la neuróloga recomienda implementar una rutina de ejercicios diaria que incluya actividades como caminar, nadar o practicar yoga. No solo se trata de hacer ejercicio, sino de crear un vínculo robusto entre el cuerpo y la mente, lo que resulta en un sistema nervioso más saludable.

Recuerda que cada pequeño esfuerzo cuenta. No subestimes el impacto que una vida activa puede tener en tu cerebro. ¡Comienza hoy mismo, tu futuro te lo agradecerá!

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