La situación en Estados Unidos se ha vuelto crítica con la huelga de miles de estibadores que comenzó el pasado martes, bloqueando el acceso a los principales puertos del país.

El presidente Joe Biden ha advertido que este conflicto laboral podría derivar en un "desastre provocado por el hombre" si no se llega a una solución pronto.

Las consecuencias son graves para Chile, ya que las exportaciones de productos clave como el vino, el salmón y diversas frutas están en peligro. Miguel Canala-Echeverría, gerente general de Frutas de Chile, ha destacado que más de 580 contenedores de frutas frescas chilenas están siendo afectados, con algunos varados en Panamá, lo que implica altos costos y potenciales pérdidas de contratos con distribuidores en EE.UU.

Arturo Clement, presidente de SalmonChile, enfatizó que esta situación logística genera complicaciones severas para las exportaciones nacionales. En el caso del vino, Angélica Valenzuela, directora comercial de Wines of Chile, explicó que varias viñas están redireccionando sus envíos a puertos de la costa Oeste, pero advirtió que esto no ofrece una solución viable a largo plazo. Solo en octubre, 280 mil cajas de vino, que no son granel, están en riesgo, lo que representa 150 contenedores.

El Gobierno chileno, a través de la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (SUBREI), está en contacto con los agregados comerciales y agrícolas en Estados Unidos para monitorear de cerca esta problemática y brindar apoyo donde sea necesario. La importancia de EE.UU. como socio comercial en el sector agroalimentario no puede subestimarse.

La huelga ha sido desencadenada por la falta de acuerdo entre el sindicato International Longshoremen’s Association (ILA) y la patronal USMX (US Maritime Alliance), los cuales están discutiendo incrementos salariales y protecciones contra la automatización que amenazan sus empleos. ILA exige un aumento salarial de $5 por hora durante los próximos seis años y un compromiso firme sobre el freno a la automatización.

Las últimas 24 horas han sido intensas en negociaciones, con intentos de ambos lados de acercar posturas. Sin embargo, el costo de la huelga ya se está sintiendo a nivel nacional, con pérdidas que podrían ascender a más de 2 mil millones de dólares diarios, afectando terminales de puertos cruciales como Elizabeth/Newark, Houston, Miami y Baltimore, que registra fuertes bloqueos en sus entradas por parte de los trabajadores en protesta.

Biden ha instado a las partes a sentarse y dialogar: "Lo último que necesitamos es un desastre provocado por el hombre," dijo, haciendo paralelismos con las calamidades naturales. La situación es alarmante, considerando que desde la pandemia, algunos propietarios de puertos han visto aumentos en sus beneficios superiores al 800%. Los estibadores, frustrados y determinados, han alzado sus voces con megáfonos, recordando la huelga de 1977, que marcó un hito en la historia de las movilizaciones laborales.

Si la huelga continúa mucho más tiempo, sus efectos se reflejarían profundamente en la economía de EE.UU., y el año 2024 ya se perfila como un desafío monumental, especialmente con los recientes desastres que han afectado al puerto de Baltimore, sumando más tensión a una situación ya inestable.

La amenaza es clara, y el tiempo corre en contra de los intereses tanto de los trabajadores como de los exportadores chilenos. ¿Se lograrán salvar las exportaciones chilenas? La respuesta a esta pregunta podría cambiar la narrativa del comercio internacional.