La situación del fútbol chileno es insostenible. La ANFP (Asociación Nacional de Fútbol Profesional) enfrenta una tormenta perfecta, lidiando con problemas tanto deportivos como administrativos. Esta semana, el rechazo a la reestructuración del fútbol formativo llevó a protestas masivas, incluida una marcha frente a la sede de Organización en Quilín, que resalta la creciente preocupación por el futuro del deporte en el país.

Pero ahora se suma un nuevo y poderoso desafío: los árbitros. Organizados en un sindicato liderado por Cristián Droguett, han decidido rechazar la última propuesta de la ANFP, presidida por Pablo Milad, en un contexto de negociación colectiva que comenzó el 19 de agosto. Con esta decisión, el fútbol nacional se enfrenta a una paralización inminente, justo en un momento crucial de la competencia en todas las categorías.

A través de una votación electrónica, los árbitros decidieron rechazar la oferta de la ANFP, donde un abrumador 95.38% de votantes se opuso a las condiciones planteadas. La ANFP, en un intento desesperado por evitar la crisis, había advertido previamente a los clubes sobre los riesgos de la negociación, tratando de llegar a un acuerdo que fuera aceptable para ambas partes, a pesar de sus limitaciones financieras.

Sin embargo, los árbitros se sintieron desinformados, ya que no recibieron documentación completa que sistematizara la oferta, basándose únicamente en la información proporcionada por su liderazgo. Esto ha llevado a la frustración y desconfianza entre los árbitros.

A pesar de esto, una paralización de las actividades no es un hecho consumado. Frenar el torneo depende ahora de si alguna de las partes busca la mediación de la Dirección del Trabajo. Si se solicita dicha intervención, el proceso de negociación se extenderá hasta el 21 de octubre, permitiendo que los árbitros continúen su entrenamiento y labores en la dirección de los partidos, hasta que se llegue a una resolución.

La ambición de los árbitros es clara: buscan mejoras significativas en sus ingresos, especialmente los de las categorías superiores que actualmente no tienen contrato. Los “No Profesionalizados”, según el contrato colectivo, son los más afectados, y su aspiración más grande es revisar el ingreso base que reciben.

La presión está aumentando, y el mundo del fútbol chileno se mantiene atento a las negociaciones. De no alcanzar un acuerdo pronto, no solo se paralizará el campeonato, sino que se podrían desencadenar consecuencias aún más serias para la ANFP y su credibilidad. ¡Un momento decisivo que podría cambiar el destino del fútbol en Chile para siempre!