Los últimos meses han traído consigo una devastadora sequía en el sur de África, exacerbada por el fenómeno climático conocido como El Niño, que ha impactado a más de 27 millones de personas en la región. Según informes de la agencia de alimentos de la ONU, esta situación ha generado la crisis de hambre más alarmante en décadas.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha declarado que podríamos estar al borde de una "catástrofe humanitaria de gran escala". Actualmente, cinco naciones —Lesotho, Malawi, Namibia, Zambia y Zimbabwe— han señalado el estado de desastre nacional debido a los efectos devastadores de la sequía y el hambre.

Se estima que aproximadamente 21 millones de niños están sufriendo desnutrición como consecuencia de la pérdida de sus cosechas. La agricultura de subsistencia, que depende prácticamente de la lluvia, se ha convertido en un juego peligroso y arriesgado. A finales del año anterior, ya se habían emitido alertas sobre el desastre inminente cuando las lluvias se redujeron drásticamente, y ahora el aumento de las temperaturas atribuidas al cambio climático solo ha empeorado la situación.

Tomson Phiri, portavoz del PMA, enfatizó: “Estamos ante la peor crisis alimentaria que hemos experimentado en décadas. Con la llegada de octubre, las condiciones solo empeorarán hasta las cosechas de marzo y abril del próximo año. Las cosechas han fracasado, el ganado se ha perdido y muchos niños tienen la suerte de recibir una sola comida al día.”

Los países afectados han solicitado con urgencia apoyo internacional, y las condiciones son igualmente críticas en naciones como Angola y Mozambique, que también se enfrentan a la sequía. Phiri describió la situación como "desesperada" y agregó que el PMA necesita aproximadamente 369 millones de dólares en ayuda urgente, pero hasta la fecha solo ha recibido una quinta parte de esta cantidad debido a un gran déficit de donaciones. El PMA ha comenzado a ofrecer asistencia alimentaria a demanda de varios gobiernos en la región.

Es importante destacar que esta crisis en el sur de África se produce en un contexto de creciente necesidad global. Mientras el mundo enfrenta desafíos en lugares como Gaza y Sudán, la respuesta humanitaria en África meridional sigue siendo fundamental.

La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha calificado esta sequía como la más severa en 100 años durante la temporada agrícola de enero a marzo, provocando la destrucción de cultivos e impactando a millones.

El fenómeno de El Niño, que causa un aumento de las temperaturas en el océano Pacífico central, ha tenido diferentes efectos en el clima global. La última manifestación de este fenómeno culminó en junio y ha sido responsable de un clima extremo en múltiples regiones, presentando una grave amenaza para la seguridad alimentaria.

Los costos de los alimentos han alcanzado niveles exorbitantes en las áreas más afectadas, lo que intensifica la crisis. Zambia ha visto una reducción drástica de su suministro eléctrico, enfrentando apagones que duran horas, incluso días, debido a su dependencia de la energía hidroeléctrica de la presa de Kariba, cuyos niveles de agua son alarmantemente bajos. Zimbabwe también se encuentra en una situación similar con cortes de electricidad recurrentes.

En respuesta a la creciente hambruna, las autoridades de Namibia y Zimbabwe han tenido que recurrir a la caza de animales salvajes, incluyendo elefantes, para suministrar carne a las poblaciones afectadas.

Los expertos advierten que el África subsahariana es extremadamente vulnerable al cambio climático, principalmente debido a su dependencia de la agricultura de secano. Con millones de africanos dependiendo del clima para su sustento, se hace evidente que los países más pobres se encuentran en una posición crítica, sin los recursos necesarios para implementar medidas efectivas de adaptación al cambio climático. ¡La situación requiere atención inmediata y acción coordinada de la comunidad internacional!