Desde su invención, los códigos de barras han suscitado una serie de temores y teorías inusuales entre la población. La historia comienza en 1969, cuando Paul McEnroe de IBM visionó un futuro en el que el escaneo de productos en supermercados podría hacerse de forma rápida y eficaz gracias a los láseres. Sin embargo, su entusiasmo se enfrentó a la preocupación legal de que esta nueva tecnología pudiera causar lesiones oculares, un temor que finalmente se disipó tras probar que el láser era inocuo para los ojos de los simios Rhesus utilizados en las pruebas.

Los códigos de barras, oficialmente conocidos como Código Universal de Producto (UPC), se implementaron en supermercados de manera masiva a partir de 1974, cuando el primer producto con este sistema fue escaneado. Desde entonces, la simplicidad y eficiencia de este sistema de etiquetado ha revolucionado la industria minorista y, más tarde, llevaron al desarrollo de códigos de barras 2D como los códigos QR.

A pesar de su adopción mundial, no han faltado las teorías conspirativas relacionadas con ellos. Por ejemplo, en un artículo de 1975 se sugirió que los códigos de barras podrían convertirse en "la Marca de la Bestia" mencionada en el Apocalipsis, insinuando que serían implantados en las personas para controlar sus transacciones. Esta idea fue popularizada por la escritora evangélica Mary Stewart Relfe en su libro "El nuevo sistema monetario" en 1982, que afirmaba que el número 666 estaba escondido dentro de estos códigos. Aunque estas teorías pueden parecer absurdas para muchos, han persistido en ciertos grupos, algunos incluso llegando a quemar productos que contienen códigos de barras por considerarlos un símbolo del Anticristo.

Por otro lado, la versatilidad del código de barras es innegable. Hoy en día, se escanean aproximadamente 10.000 millones de códigos diarios en todo el mundo. Estos sistemas son fundamentales en la logística, salud, y hasta en la Estación Espacial Internacional, donde se utilizan para rastrear la ingesta de alimentos de los astronautas.

Incluso si hay temores persistentes y teorías extrañas, hay que reconocer que los códigos de barras permiten a las empresas realizar un seguimiento eficiente de su inventario, mejorar la gestión de productos y asegurar que los consumidores obtengan sus productos de forma rápida y eficaz. Así, aunque los códigos de barras pueden tener un trasfondo de teorías de conspiración y miedo, su utilidad en la economía moderna es innegable. ¡Sigue leyendo para descubrir más sobre los secretos ocultos detrás de la tecnología que todos utilizamos a diario!