La violencia en el Líbano ha alcanzado niveles alarmantes. Este jueves, al menos 20 personas perdieron la vida y otras 92 resultaron heridas debido a dos bombardeos aéreos israelíes que destruyeron edificios en el centro de Beirut, según informó el Ministerio de Salud Pública del Líbano.

El Centro de Operaciones de Emergencia del ministerio reveló un “balance inicial” que reporta 18 muertes y casi un centenar de heridos en los ataques que se dirigieron a los barrios de Ras al Nabaa y Nuweiri. Los objetivos de los bombardeos incluían el área alrededor del controvertido edificio Al Ameliya y otro inmueble cercano al complejo de Jatam al Anbiaa.

Este ataque marca la tercera ofensiva contra Beirut desde que Israel intensificó su campaña aérea hace más de dos semanas, principalmente centrada en el sur y el este del Líbano, así como en los conocidos suburbios de Dahye, que han sido objeto de bombardeos diarios, causando que muchos residentes se vean obligados a abandonar sus hogares en busca de seguridad.

La situación ha sido catastrófica, con más de 1,2 millones de libaneses evacuados de sus hogares a causa de la escalada de violencia. La comunidad internacional se enfrenta a un creciente clamor por una respuesta humanitaria ante esta crisis.

Los ataques no solo han afectado a civiles, sino que también han causado heridas entre los cascos azules de la ONU, quienes fueron agredidos en una torre de vigilancia en Naqoura. Al menos dos de estos soldados fueron heridos por un disparo de un tanque israelí, aunque se reporta que su estado de salud no es grave.

En un giro trágico de los acontecimientos, los bombardeos de este jueves también dejaron cinco paramédicos muertos en Tiro cuando un ataque aéreo israelí destruyó el Centro de Defensa Civil, mientras que otras 12 personas perdieron la vida en bombardeos en el Valle de Bekaa. Esta situación es insostenible y ha generado una fuerte condena a nivel internacional.

El grupo chií Hezbolá, enfrentado con Israel, ha declarado haber llevado a cabo varios ataques contra el norte de Israel, como respuesta a la atrocidad de los bombardeos, lo que incrementa aún más la tensión en la región.

Mientras tanto, el ejército israelí ha continuado su ofensiva, declarando que todos los hogares en el sur del Líbano podrían servir como “bases terroristas”, justificando así su implacable ataque en busca de desmantelar a los militantes de Hezbolá.

Con la violencia intensificándose, las repercusiones humanitarias son cada vez más devastadoras. La ONU ha instado a ambas partes a la calma y a reanudar el diálogo, pero el futuro del Líbano se encuentra en una encrucijada peligrosa, lo que deja a millones de personas en una angustiosa incertidumbre. La situación es crítica y, mientras el número de víctimas aumenta, el mundo observa con ansiedad.