El líder del nuevo poder en Siria, Ahmed al Sharaa, conocido como Abu Mohamed al Jolani, declaró este miércoles que perseguirá a todos los funcionarios del régimen de Bashar al Asad involucrados en torturas y asesinatos de prisioneros. Esta promesa llega en un contexto en el que miles de familias siguen buscando a sus seres queridos que permanecen desaparecidos en las cárceles del país.

"No perdonaremos a quienes estén implicados en la tortura y eliminación de presos", afirmó al Jolani, quien lidera Hayat Tahrir al Sham (HTS), una facción islamista que ha ganado prominencia. El grupo ha sido vinculado a Al Qaeda y es considerado uno de los principales actores de la rebelión que ha desafiado al régimen de Asad.

A medida que el mundo observa cómo este nuevo liderazgo maneja la justicia y la paz en Siria, al Jolani hace un llamado a la comunidad internacional para que colabore en la entrega de aquellos que huyeron del país. "Queremos lograr justicia y crearemos mecanismos para que se pueda rendir cuentas por estos crímenes", agregó en una declaración hecha a través del canal de Telegram de la televisora estatal siria.

El conflicto sirio, que ha durado más de 13 años, ha provocado una devastación sin precedentes, marcada por líneas sectarias y étnicas que han fracturado a la sociedad. La tarea ahora para el nuevo liderazgo es monumental: equilibrar las demandas por justicia con la necesidad de evitar represalias violentas y estabilizar el país.

En otra vertiente de la crisis, Mohamad al Bashir, quien ha sido designado como líder de la administración interina apoyada por HTS, expresó su preocupación por la reconstrucción del país. Con recursos financieros extremadamente limitados, Bashir alertó sobre la crítica situación económica, señalando que "financieramente estamos muy mal". El valor de la libra siria ha caído drásticamente, con un dólar estadounidense que actualmente se intercambia por más de 35,000 libras sirias.

Bashir hizo un llamado a los sirios en el extranjero para que regresen y contribuyan a la reconstrucción del país, enfatizando la necesidad de unidad entre las diversas comunidades, incluyendo sunitas, alauitas, cristianos y kurdos, que han sufrido por las tensiones sectarias durante el conflicto.

La reconstrucción de Siria no solo es una cuestión económica; también es un reto social y político que demandará esfuerzos concertados para sanar las profundas heridas del pasado y forjar un futuro en paz. Con un liderazgo que promete justicia, el destino de millones de sirios aún pende de un hilo, mientras el país busca un nuevo rumbo tras años de guerra y sufrimiento.