La dolorosa derrota de Chile frente a Bolivia aún resuena en el corazón de los hinchas. Este descalabro no solo fue un golpe para las aspiraciones del equipo en las Eliminatorias, sino que también marcó la ruptura de una racha histórica. La selección chilena, conocida por su fortaleza, se encuentra ahora en una situación crítica, acumulando solo tres puntos en ocho partidos, salvándose de cerrar la tabla de posiciones únicamente por el fallido proceso de Perú.

En el Estadio Nacional, el 10 de septiembre fue un día gris para la Roja. La decepción y el descontento eran palpables, no solo ante el resultado, sino por el bajo nivel de rendimiento del equipo dirigido por Ricardo Gareca. La afición, que normalmente llena el Alberto J. Armando de Buenos Aires de pasión, se retiró con caras largas y un silencio que pesaba en el aire.

Los rumores sobre la reunión entre Gareca y Pablo Milad, presidente de la ANFP, comenzaron a circular rápidamente. Se esperaba que Gareca tuviera que dar explicaciones sobre el desastre táctico frente a Bolivia y los retos que enfrentarán en su próximo encuentro contra Argentina. Con el panorama sombrío, rescatar un punto en Buenos Aires parecía una tarea monumental.

El 10 de septiembre será recordado no solo como el día de una derrota, sino como un día decisivo en el futuro del fútbol chileno. Según fuentes del entorno de la selección, "la presión está en el aire" y se corre el rumor de que otros jugadores están en la mira, al borde de ser excluidos del equipo si no logran demostrar su valía en los próximos partidos.

El encuentro entre Gareca y Milad se llevó a cabo y, tras la reunión, Milad se mostró confiado en el trabajo del técnico: "Tiene todo nuestro apoyo. Si estuviéramos con otro técnico, la gente diría por qué no trajimos a Gareca. Nuestras decisiones son para apoyarlas hasta el final". Sin embargo, también asintió la responsabilidad de los jugadores, sugiriendo que el compromiso individual de cada uno es crucial para cambiar el rumbo.

Gareca, por su parte, no se quedó callado. Durante la conferencia de prensa, subrayó que los aspectos de estabilidad del proceso son cuestiones que deben abordar los directivos: "No tengo yo la respuesta. Estoy aquí para hacer mi trabajo y matemáticamente tengo chances de clasificar. Las conjeturas son para dirigentes, no para mí". Además, dejó clara su intención de construir una selección competitiva a largo plazo, independientemente de las críticas.

En suma, la situación actual de la Roja es un claro llamado de atención. Con la mirada fija en el horizonte de las Eliminatorias, Gareca y su equipo deben encontrar la manera de resurgir de este desastre y recuperar la confianza de una afición que, aunque decepcionada, sigue esperando volver a ver a su selección brillar en el escenario internacional.