En un evento memorable celebrado este miércoles en Washington, los expresidentes chilenos Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Michelle Bachelet se encontraron para presentar el libro del director de Clapes UC y exministro de Hacienda del gobierno de Sebastián Piñera, Felipe Larraín.

El libro, titulado “Chile 2050: Un País. Cuatro Presidentes”, recoge las reflexiones de Frei, Bachelet, Ricardo Lagos y Sebastián Piñera. Este acto tuvo un significado especial, al coincidir con la homenaje a la memoria del fallecido presidente Piñera, quien fue recordado en la presencia de su viuda, Cecilia Morel.

El primero en tomar la palabra fue Eduardo Frei, quien compartió una serie de políticas desarrolladas durante su mandato, reiterando su defensa de los “30 años” de los gobiernos de la Concertación. En sus declaraciones, Frei se mostró crítico respecto a los desafíos actuales que enfrenta Chile, especialmente después del estallido social de 2019.

“Después del estallido social vino el lumpen, la delincuencia, los anárquicos que destruyeron lo que Chile había construido con sacrificio. ¿Es casualidad que se destruyeran diez estaciones de metro en un solo día?”, cuestionó el expresidente, subrayando la necesidad apremiante de una reforma política que permita un Congreso más unido que responda a las demandas nacionales.

Frei también destacó el grave impacto que la delincuencia tiene sobre el desarrollo y la inversión extranjera en el país. “No podemos aceptar más la inseguridad que vive nuestra gente. Todas las instituciones deben trabajar juntas para combatir este flagelo”, enfatizó, apuntando a lo que él considera una ‘permisología’ que entorpece el avance de importantes proyectos. Según sus propias palabras, un alarmante monto de 68 mil millones de dólares en inversiones están paralizadas debido a este fenómeno.

Tras su intervención, fue el turno de Michelle Bachelet, quien rápidamente tomó la delantera en la discusión. Sin caer en la tentación de criticar a su antecesor, se comprometió a abordar las preocupaciones expuestas por Frei, señalando que la permisología y la burocracia deben ser reformadas para permitir el desarrollo de proyectos innovadores, como el hidrógeno verde.

“Soy parte del Comité Estratégico de Hidrógeno Verde, un esfuerzo por construir una política de Estado enfocada en esta industria hasta 2030”, reveló, haciendo un fuerte llamado a la necesidad de colaboración política más allá de las diferencias ideológicas.

Bachelet concluyó subrayando la importancia de acuerdos a largo plazo en la política chilena. “Los grandes proyectos requieren tiempo y deben ser continuados por diferentes gobiernos. No podemos permitir que la política sea únicamente un espectáculo de cortoplacismo”, advirtió.

En un giro cautivador, la exmandataria también hizo hincapié en la gravedad de la polarización en el país y la necesidad urgente de rechazar liderazgos extremistas o autoritarios. “El tejido social de Chile está muy debilitado; debemos trabajar para recomponerlo”, destacó.

La conversación dejó entrever que, a pesar de las diferencias del pasado, existe una posibilidad de sanación y reconstrucción para un Chile que busca respuestas tras años de crisis y agitación social. ¿Podrán estas dos figuras unir fuerzas para enfrentar los retos del futuro de Chile? Solo el tiempo lo dirá.