Lautaro Carmona ha sido propuesto como el principal candidato para liderar el Partido Comunista (PC), un reconocimiento que refleja la confianza de sus pares en su capacidad de dirigir la colectividad. En segundo lugar, su compañera, la actual secretaria general Bárbara Figueroa, ocupa una posición destacada, lo que indica el apoyo a ambos en este crucial momento político.

Este proceso tiene lugar en el contexto del XXVII Congreso Nacional del PC, donde se discutieron los nuevos nombres que forman la nueva dirección del partido. Existen indicios de que la tendencia es que los candidatos propuestos en la lista de prelación son habitualmente respaldados y ratificados en la directiva.

Las votaciones, programadas para los días 19 y 20 de enero, involucrarán a los 96 miembros del comité central, quienes deberán elegir entre un total de 135 postulantes. Aunque el sufragio será mayormente en línea, se habilitarán mesas de votación en cada dirección regional del partido, funcionando entre las 10 de la mañana y las 20 horas.

Una vez completada la elección, los nuevos integrantes se reunirán para nombrar a los miembros de la comisión política, que actúa como la máxima dirección del partido, similar a otras colectividades. Esta integración está diseñada para fortalecer el vínculo entre el partido y las organizaciones sociales y sindicales, vital para el futuro de Carmona y Figueroa.

Entre los nombres que resaltan en la lista también se encuentra Eric Campos, el actual secretario general de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), lo que refuerza la unión entre el PC y el movimiento sindical. Además, se destacan otras figuras políticas como la diputada Daniela Serrano y ministros del actual gobierno, como Camila Vallejo.

Sin embargo, la presión no está ausente; Carmona está consciente de los sectores de la llamada 'generación intermedia', encabezados por senadores y figuras influyentes, que podrían presentar alternativas a su liderazgo. A pesar de esto, Carmona y Figueroa están cerca de asegurar sus posiciones, aunque la confirmación final dependerá del nuevo comité central.

El plazo para formalizar estos cambios es hasta el 31 de enero, según la Ley de Partidos Políticos, lo que añade un sentido de urgencia a las deliberaciones. Carmona advierte que, aunque el orden de prelación es significativo, no garantiza que la nueva comisión política esté obligada a seguirlo.

Este clima de expectación y cambio no sólo marca un momento decisivo para el PC, sino que también refleja la lucha interna por el poder que se desarrolla entre diferentes facciones de la izquierda chilena, un contexto que podría tener repercusiones más amplias en el panorama político del país.