Salud

Trastorno por Atracón: La Verdadera Epidemia Silenciosa

2024-10-15

Autor: Antonia

El trastorno por atracón (BED, por sus siglas en inglés) ha sido clasificado como el desorden alimenticio más común en la actualidad, aunque su reconocimiento como un síndrome clínico independiente es un fenómeno relativamente reciente. Este trastorno alimenticio no solo afecta la salud física, sino que también se entrelaza con varios trastornos mentales, lo que aumenta la carga global sobre la salud pública.

Recientes investigaciones realizadas por un equipo de investigadores de Alemania y Polonia han iluminado la complejidad de este trastorno, buscando resumir las interacciones entre el BED y otros trastornos psiquiátricos. Tras una exhaustiva búsqueda en bases de datos como MEDLINE y Academic Search Ultimate, se identificaron 63 estudios significativos de un total inicial de 3.766 publicaciones en los últimos 13 años.

Las comorbilidades más comúnmente vinculadas con el BED son los trastornos del estado de ánimo, la ansiedad y el abuso de sustancias. Estas condiciones no solo complican el tratamiento del BED, sino que también están asociadas con presentaciones más severas de la enfermedad. Además, se ha encontrado que la ingesta compulsiva de alimentos se relaciona con una variedad de otros trastornos psiquiátricos, incluyendo trastornos de reacción al estrés, trastorno del control de impulsos, TDAH, trastorno dismórfico corporal, trastornos de personalidad y afecciones psicóticas.

La conexión entre el BED y las tendencias suicidas es particularmente alarmante, sugiriendo que quienes luchan con este trastorno pueden enfrentar un riesgo incrementado de pensamientos suicidas. Adicionalmente, las alteraciones del sueño son comunes, lo que puede agravar tanto el bienestar mental como físico de los afectados.

Dada la creciente prevalencia de este trastorno, es crucial aumentar la conciencia pública y mejorar el acceso a tratamientos efectivos. La intervención temprana y un enfoque integral que aborde tanto los síntomas alimenticios como los trastornos comórbidos podrían ser vitales para detener esta epidemia silenciosa.