El ambiente de riesgo en Europa se ha intensificado, con el BCE publicando un análisis anual que resalta la complejidad y los peligros que enfrenta la estabilidad financiera de la zona euro. A pesar de que los índices de EE. UU. rompen récords tras récords (con el S&P 500 aumentando un 24% este año), Europa también muestra números positivos, con un incremento del 15% en el Ibex y un 5% en el Euro Stoxx 50. Sin embargo, el BCE advierte que los mercados podrían estar a las puertas de una era de mayor volatilidad, a medida que los inversores afrontan un entorno cada vez más incierto.

La preocupación sobre el crecimiento es solo una parte de un cóctel de amenazas que acechan a los mercados financieros. La inestabilidad geopolítica y la duda sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas son factores que pueden dañar la confianza en la deuda de los países de la zona euro. Según el BCE, la incertidumbre política y geopolítica, junto con los debilitados fundamentos fiscales y un crecimiento lento, agravan el temor sobre la viabilidad de la deuda soberana.

Un ejemplo alarmante es Francia, donde la victoria de la extrema derecha en las elecciones y la complicada aritmética parlamentaria han dificultado la implementación de políticas fiscales necesarias para mejorar su situación financiera, con un déficit del 6,2% del PIB y una deuda proyectada del 112% para 2024. Esta situación ha llevado a un aumento significativo en la prima de riesgo del país, que ha subido de 47 a 75 puntos en solo unos meses. La clasificación crediticia de Francia ha sido rebajada, lo que ha llevado a un aumento en el costo de su deuda, que ahora es más cara que la española.

El BCE destaca que el panorama político inestable ha entorpecido la formación de gobiernos sólidos, lo que a su vez retrasa la implementación de reformas cruciales. Aunque, por ahora, la reacción del mercado ha sido limitada y localizada, el BCE advierte que los riesgos están acumulándose. La debilidad de los déficits primarios también interfiere en la obtención de inversiones adicionales necesarias para enfrentar desafíos estructurales como el cambio climático y el gasto en defensa.

El BCE identifica también las tensiones internacionales como fuentes significativas de riesgo, citando la guerra de Rusia contra Ucrania y los conflictos en Oriente Medio como factores que podrían perjudicar el crecimiento de la zona euro. Un aumento en los precios de la energía y un descenso en la confianza de los consumidores y empresas podrían ser las consecuencias de una escalada de tensiones.

Además, el aumento de las tensiones comerciales globales y el posible ascenso de tendencias proteccionistas también representan desafíos para el crecimiento mundial y la estabilidad de los precios. En este entorno volátil, el BCE sugiere que los mercados se están preparando para experimentar una creciente inestabilidad, lo que puede llevar a correcciones repentinas en los índices, especialmente en un contexto de valores sobrevalorados en sectores como el tecnológico y de inteligencia artificial.

Los cinco principales gigantes tecnológicos en el S&P 500 constituyen una cuarta parte del índice, lo que representa un nivel inédito comparado con la burbuja tecnológica anterior. Las expectativas de beneficios por acción a dos años vista se han estancado, lo que contribuya a un posible colapso si se presentan decepciones en los resultados financieros. En resumen, aunque el BCE no prevé un riesgo inminente, establece que las condiciones están puestas para una crisis de confianza si se producen sorpresas negativas en el panorama económico y financiero.