Beirut ha amanecido este domingo bajo el aterrador manto de densas columnas de humo, tras experimentar la noche más violenta desde el inicio del conflicto entre el Ejército de Israel y la poderosa milicia chií Hizbulá. Según informa la Agencia Nacional de Noticias de Líbano (ANN), la capital libanesa fue objeto de más de 30 ataques aéreos, incrementando las tensiones en la región.

Este devastador bombardeo ha impactado especialmente cinco barrios de Dahiyeh, un importante bastión de Hizbulá en los suburbios de Beirut. Además, una gasolinera situada en la carretera que conecta la capital con el Aeropuerto Internacional Rafic Hariri, el único operativo del país, fue también alcanzada, dejando a muchos sin acceso a combustible en un momento crítico.

El Ejército israelí ha confirmado la serie de bombardeos, argumentando que los ataques estaban dirigidos a "almacenes de munición y otras infraestructuras terroristas". El portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel para medios árabes, Avichay Adraee, declaró que existen medidas para mitigar el daño a la vida civil, identificando la complejidad de las operaciones en un entorno densamente poblado. Sin embargo, añadió que las operaciones militares "continuarán" hasta que se logre desmantelar las capacidades de Hizbulá.

Mientras la gente en Beirut se enfrenta a la angustia y el miedo, muchas organizaciones internacionales han expresado su preocupación por la creciente escalada de violencia en la región. La situación se vuelve más crítica cada día, y muchos temen que este conflicto podría arrastrar a otras naciones en la región, exacerbando una crisis humanitaria ya existente.

No obstante, la comunidad internacional observa con atención, preguntándose cuáles serán los próximos pasos en este turbulento panorama. ¿Estamos a las puertas de una guerra a gran escala en el Líbano? Las respuestas no son claras, pero el ecosistema de tensiones sigue creciendo, y la población civil se encuentra cada vez más atrapada en medio del fuego cruzado.