Al analizar el inicio de las sesiones ordinarias en el Senado de Argentina, se evidencia que el Gobierno ha decidido jugar con una estrategia que ha dominado con maestría: el caos. Con el fin del período ordinario a la vista, programado para el 30 de noviembre, el Ejecutivo se prepara para cerrar el año en medio de esta confusión política. Legisladores se muestran preocupados por la incierta agenda legislativa que se acerca, mientras que Milei y Villarruel enfrentan un nuevo punto de tensión, justo antes de una semana que podría ser crucial.

La reciente controversia entre Javier Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel ha escalado de manera inesperada. Milei ha hecho públicas sus incertidumbres y críticas días antes de encuentros cruciales con líderes internacionales como la primera ministra italiana Giorgia Meloni y el presidente francés Emmanuel Macron. La noticia de un inminente Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) relacionado con la deuda ha generado aún más tumulto, especialmente dado el fracaso del DNU 70 en el Senado, que pretendía desregular la economía.

Algunos analistas políticos sugieren que esta dinámica no es casual. El oficialismo ha capitulado las derrotas en el Senado en torno a Villarruel, mientras que cualquier victoria ha sido atribuida a Milei y a su gabinete. Sin embargo, Villarruel también ha jugado su parte, dejando que su equipo asuma la responsabilidad en momentos de crisis. La falta de diálogo entre Milei y Villarruel se ha intensificado, convirtiéndose en casi inexistente desde septiembre.

La situación ha llevado a muchos a reflexionar sobre el rumbo del oficialismo. Villarruel, luego de un periodo de visitas internas, ha comenzado a hacer apariciones internacionales que incluyen encuentros significativos, como su reciente abrazo con la ex presidenta Isabel Perón, lo que ha generado asombro dentro del justicialismo debido a su controvertido pasado.

No es extraño que el cargo de Villarruel genere desconfianza en el Ejecutivo debido a su historial de decisiones. Ha mostrado una capacidad para aguantar presiones tanto del Gobierno como de la oposición, aunque sus recientes iniciativas han creado discordias inusuales dentro del Senado. La falta de reuniones efectivas y el conflicto sobre el uso del tiempo en el Congreso han llegado a un punto crítico, donde los senadores han comenzado a dudar de la viabilidad de la estrategia oficialista, descontentos con el desgaste que esto ha causado en posibles aliados.

Mientras tanto, el clima en la Casa Rosada se torna cada vez más tenso, con la figura de Ezequiel Atauche, líder de los libertarios, como un posible mediador entre las dos facciones a medida que las cosas se complican. La política argentina se encuentra en un punto de quiebre, y la lucha interna por el poder y la influencia podría tener repercusiones significativas para el futuro del gobierno de Milei y su relación con el Congreso. ¿Qué pasará en los próximos días? ¡La historia está lejos de terminar!