Paco Araújo, un español que vive en Líbano, se encuentra a tan solo 25 kilómetros al sur de Beirut, la capital. En una reciente entrevista, expresó lo aterradora que fue la noche de los ataques: "La Embajada nos advirtió con un día de antelación, pero solo tuvimos 20 minutos para reaccionar. Casi no tuvimos tiempo ni para recoger nuestros pasaportes. Por eso decidimos quedarnos, no había una opción fácil ni segura para escapar."

Araújo comentó que se siente "seguro" en su zona, que es predominantemente cristiana. "Llevamos aquí muchos años y la comunidad ha compartido que estas áreas son más seguras", añadió. Además, resaltó que en estas áreas la vida continúa con un cierto nivel de normalidad. Sin embargo, reconoció que el ambiente general es tenso y la incertidumbre por la situación del país no disminuye.

La presencia continua de injusticias y conflictos armados ha llevado a muchas familias, tanto locales como expatriadas, a evaluar su futuro en la región. El impacto del conflicto no solo afecta a la población local, sino también a los expatriados que han hecho de Líbano su hogar, quienes deben tomar decisiones difíciles en tiempos de crisis.