El cirujano Joël Le Schournec ha sido el protagonista de uno de los casos más impactantes de abuso sexual en Francia, donde se le acusa de haber violado a 299 pacientes menores de edad entre 1989 y 2014. Lo escalofriante de este caso no radica solo en la cifra, sino en el hecho de que Le Schournec llevaba un meticuloso registro de cada uno de sus crímenes en libretas, documentando de manera detallada las violaciones que cometía en la misma sala donde ejercía su profesión.

Según el fiscal a cargo del caso, la mayoría de sus víctimas eran extremadamente jóvenes, con una edad media de solo 11 años. De un total de 299 víctimas, 158 eran hombres y 141 eran mujeres, con la gran mayoría siendo menores de 15 años. Este caso ha dejado a la sociedad francesa en estado de shock, especialmente en el contexto del proceso hacia Gisèle Pelicot, una mujer que fue víctima de violaciones orquestadas por su propio esposo a través de Internet.

Le Schournec se enfrenta a una posible pena de hasta 20 años de prisión, que se sumarían a los 15 años por un crimen anterior, en 2020, cuando fue acusado de violar a la hija de unos vecinos. Durante la investigación de este crimen, las autoridades descubrieron cuadernos en su hogar que contenían un registro cronológico de las identidades de sus víctimas y los detalles de los abusos cometidos.

Los relatos recogidos en sus diarios íntimos revelan una verdadera cacería de inocentes, donde el cirujano utilizaba su posición de poder para abusar sexualmente de sus pacientes bajo el disfraz de procedimientos médicos. Los informes judiciales destacan su sensación de 'omnipotencia' y un comportamiento calculado que lo llevó a transgredir los límites de forma continua y peligrosa, frecuentemente durante consultas pre y postoperatorias, y, en ocasiones, en presencia de otros profesionales o familiares de las víctimas.

Un dato alarmante es que muchas de las víctimas se enteraron de los abusos años después, a través de los investigadores que las contactaron. En estado de anestesia o post-anestesia, no eran conscientes de lo que había sucedido durante las intervenciones. El juez del caso enfatizó que muchas víctimas recordaban ciertos gestos, aunque los habían interpretado erróneamente como parte de un procedimiento médico.

Durante los intensos interrogatorios, Le Schournec finalmente admitió gran parte de los crímenes que se le imputan. Aseguró haber estado 'completamente invadido' por impulsos pedófilos durante tres décadas y recordó haber acumulado un gran número de víctimas en su carrera. Además, se destacó su habilidad para operar bajo un falso pretexto médico, utilizando artimañas para evitar ser descubierto mientras cometía sus atrocidades.

Este escalofriante caso no solo cuestiona la seguridad en las instituciones médicas, sino que también pone de relieve la necesidad de mejorar los protocolos para detectar y prevenir abusos en contextos donde la confianza es fundamental. La sociedad francesa se prepara ahora para el juicio que comenzará en 2025, esperando que se haga justicia y que esto sirva de lección para evitar que situaciones similares vuelvan a ocurrir.