Huelva/Todavía antes de que los fenicios pisaran estas tierras, Huelva ya se destacaba como un importante enclave minero, no solo por la riqueza escondida en su subsuelo, sino también por la avanzada tecnología empleada por los primeros mineros. Desde hace milenios, la tierra onubense ha sido un centro de explotación de metales como el cobre y la plata, y en el siglo XXI, sigue siendo un lugar prometedor para la extracción de minerales críticos, esenciales para las tecnologías limpias y dispositivos electrónicos que usamos a diario.

En este contexto, emergen con fuerza las llamadas ‘tierras raras’ (REE), un conjunto de diecisiete elementos químicos de la tabla periódica, que incluyen el escandio, el itrio y los lantánidos, utilizados en la fabricación de baterías, imanes, turbinas eólicas y equipamiento militar y médico.

El interés por las tierras raras se ha intensificado globalmente, incluyendo en España, donde el Gobierno ha lanzado el ambicioso 'Plan de Acción de Materias Primas Minerales 2025-2029'. Este plan tiene como objetivo reducir la dependencia de proveedores extranjeros mediante la identificación y explotación de recursos clave a nivel nacional. Diseñado en consonancia con el Reglamento de Materias Primas Fundamentales de la Unión Europea (CRMA), contempla más de 30 medidas que abarcan desde regulaciones hasta impulso a la investigación y desarrollo.

En Andalucía, un estudio del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) ha señalado 1.993 indicios de minerales críticos y tierras raras en la región, con 409 de ellos localizados en la provincia de Huelva.

Sin embargo, el reto radica en que la mayoría de las tierras raras no se encuentran en concentraciones suficientes para su extracción mediante métodos convencionales de minería. A pesar de su abundancia, el geólogo Juan Antonio Morales señala que en Huelva, y posiblemente en toda Andalucía, no existen yacimientos viables.

Curiosamente, en esta región, las tierras raras son extraídas no del suelo, sino de las aguas del río Tinto y del río Odiel, que tienen un alto grado de acidez. Este hallazgo se debe a la disolución de minerales presentes en las rocas volcánicas y pizarras por la contaminación del agua.

Según el investigador Francisco Macías, el drenaje ácido generado por actividades mineras históricas ha transformado este desafío ambiental en una inesperada fuente de riqueza.

Las tierras raras presentes en estas aguas ácidas son en gran parte de categoría media y pesada, lo que incrementa su valor comercial. Investigaciones recientes han sugerido que la recuperación de estos elementos podría representar un potencial económico de hasta 24 millones de euros anuales, aunque, de manera realista, se espera que esta cifra esté entre 4 y 10 millones anuales.

A largo plazo, el AMD podría mantenerse durante cientos de años, convirtiéndose en una fuente renovable de minerales estratégicos.

El investigador Macías vislumbra un futuro en el que la extracción de estos minerales sea un proceso sostenible, con tecnologías capaces de aprovechar el potencial del AMD. Actualmente, la UHU trabaja en la optimización de técnicas de tratamiento del AMD, incluyendo la innovadora tecnología “Sustrato Alcalino Disperso” (DAS), que ha demostrado su eficacia en la concentración de tierras raras en residuos generados en el proceso de tratamiento del agua.

La recuperación de estos minerales no solo podría generar ingresos significativos, sino que también contribuiría a la restauración de ecosistemas dañados por la minería industrial. El Gobierno español ha previsto una inversión de al menos 400 millones de euros del Plan de Recuperación para la restauración de áreas afectadas por la minería.

La estrategia nacional busca la sostenibilidad y la autonomía en materias primas críticas, alineándose con los objetivos de la UE.

Gracias a la implementación de tecnologías innovadoras, Huelva podría posicionarse como un líder en la recuperación de recursos minerales sin recurrir a explotaciones tradicionales. Sin embargo, como señala Francisco Macías, el potencial de las aguas del Tinto y el Odiel podría ser único en el mundo, planteando a Huelva como un laboratorio para soluciones sostenibles que puedan aplicarse en otras regiones con problemas similares.