
'La furia': Exorcizando el Trauma de una Violación
2025-03-28
Autor: Manuel
VALENCIA. La aclamada directora catalana Gemma Blasco ha irrumpido en la pantalla grande con su ópera prima, 'La furia', una película que ya ha causado sensación en festivales internacionales como el South by Southwest y ha cosechado tres premios en el Festival de Málaga: mejor actriz para Ángela Cervantes, mejor actor de reparto para Àlex Monner y mejor montaje para Didac Palou y Tomas Lopez.
'La furia' se inscribe en una nueva ola de narrativas que tratan la cultura de la violación, tema que ha ganado fuerza en las artes desde el surgimiento del movimiento Me Too. Películas, teatro y literatura han comenzado a abordar estas problemáticas de manera más abierta, desafiando el silencio que ha cubierto históricamente el tema de las agresiones sexuales.
En España, la llegada de producciones que abordan este tema ha empezado a despuntar recientemente, con ejemplos como 'Soy Nevenka' de Icír Bollaín o 'Nina' de Andrea Jaurrieta, marcando así un cambio necesario y urgente en la percepción y representación de estas historias en nuestra cultura.
Gemma Blasco ha logrado crear una película visceral, rica en matices y con profundas reflexiones. La cámara se convierte en un acompañante inquebrantable de la protagonista, Alexandra (interpretada por Ángela Cervantes), adentrándose en las emociones de la joven mientras lucha con su trauma. La violencia nunca se muestra en pantalla, el silencio nos envuelve y solo escuchamos lo que ocurre, subrayando la naturaleza aterradora del evento.
Es significativo que la agresión ocurra en un entorno aparentemente seguro. En este espacio conocido, donde la protagonista está rodeada de amigos, se desafía la noción del 'violador' como un extraño, enfatizando que el peligro puede estar muy cerca, inclusive entre aquellos que creemos que son de confianza.
Tras la agresión, Alexandra experimenta síntomas de estrés postraumático, y la historia nos invita a comprender su bloqueo emocional y el profundo impacto que la culpa tiene sobre las víctimas. Es crucial abordar su experiencia con empatía y sin juicio, un aspecto que la película refleja de manera certera.
La profesión de Alexandra como actriz añade una capa adicional a la narrativa; sus audiciones para interpretar a Medea sirven como un vehículo para canalizar sus emociones más profundas. Esta conexión entre el arte y su dolor personal actúa como un espacio de liberación, donde los viejos fantasmas pueden ser exorcizados.
A pesar de la gravedad del tema, la película también ilumina las relaciones personales de Alexandra, especialmente con su hermano Adrián (Àlex Monner) y su madre (Eli Iranzo). Este retrato íntimo y humano contrasta con la tumultuosa experiencia de la protagonista, mostrando que, incluso en medio del desasosiego, las conexiones familiares pueden ofrecer consuelo y apoyo.
'La furia' es más que una simple película sobre la violencia; es un relato de resistencia, una exploración del dolor y, sobre todo, un llamado a la comprensión y la empatía. Nos invita a reflexionar sobre los traumas que a menudo permanecen ocultos en la sociedad y la necesidad de dar voz a aquellos que han sido silenciados.