Ciencia

"Las víctimas de la dana: sumidos en un ciclo de abandono y desolación"

2024-11-25

Autor: Carlos

La devastación provocada por la reciente dana en la Comunitat Valenciana ha dejado a su paso no solo destrucción física, sino también un impacto psicológico profundo que los ciudadanos están comenzando a experimentar. Luego de la catástrofe inicial, la situación se tornó en una lucha por la supervivencia, y más de dos semanas después, la población enfrenta una alarmante etapa de declive emocional. Según Juan Rodríguez Abellán, portavoz de Psicología de Emergencias del Colegio Oficial de Psicología de la Comunitat Valenciana (COPCV), esta crisis se manifiesta en tres fases: el golpe emocional, el shock traumático y el posterior bajón, que se caracteriza por la sensación de abandono.

Los efectos de estas inundaciones son únicos, ya que no existe un periodo de anticipación para prepararse ante el desastre. A pesar de las alertas meteorológicas, la magnitud de la catástrofe sorprendió a todos. Esto, argumenta Rodríguez, explica la intensa rabia y frustración hacia las autoridades, evidente en la reciente manifestación que convocó a 130.000 personas para exigir la dimisión del presidente de la Generalitat.

La preocupación ahora, radica en el largo plazo. La fase de declive psicológico trae consigo un aumento de la soledad y el aislamiento entre quienes han padecido esta crisis. Los profesionales en salud mental advierten que esta sensación de abandono puede derivar en trastornos mentales significativos, especialmente en individuos con antecedentes de problemas psicológicos. Para mitigar estos riesgos, la Conselleria de Sanidad ha lanzado seis Unidades de Trauma, destinadas a abordar el creciente temor al estrés postraumático, el cual, según las autoridades, se ha convertido en el mayor reto de salud mental para la comunidad.

El papel fundamental de los profesionales de salud mental en estas circunstancias es ofrecer acompañamiento y apoyo emocional. Aun sin un enfoque especializado, su presencia puede proporcionar un sentido de seguridad y esperanza en medio de la adversidad. Con una respuesta eficaz, se pueden fomentar herramientas de autorregulación emocional, cruciales para ayudar a las víctimas a superar la carga psicológica que la tragedia ha dejado en sus vidas. Es imperativo que la comunidad se una para ofrecer el apoyo necesario y que las instituciones trabajen para mejorar la salud mental de sus ciudadanos.

En definitiva, la lucha no ha terminado; se inicia ahora un camino de reconstrucción emocional y social que requiere el esfuerzo conjunto y la atención de todos.