Arantxa del Sol y Finito de Córdoba, el famoso torero, son padres de dos hijos: Lucía, de 21 años, y Juan, de 16. Recientemente, Lucía ha compartido un profundo reflejo de su vida familiar en una entrevista con Vanitatis, donde recuerda su infancia y la relación con su hermano menor.

Viviendo en una hermosa casa que incluye una piscina olímpica y un porche de estilo balinés, Lucía describe un hogar lleno de amor y apoyo, pero también marcado por la incertidumbre que conlleva la profesión de su padre. Al ser hija de un torero, Lucía es plenamente consciente de que cada vez que Finito sale a la plaza, "se juega la vida". Esto hace que cada momento compartido con él sea apreciado aún más. "Es una profesión muy dura que nos enseña a valorar cada instante en familia," comenta.

Desde pequeña, Lucía ha sentido una profunda conexión con su padre, que la ha llevado a retratarlo a lo largo de los años. Antes de cada corrida, siempre está junto a él, ayudándole a vestirse con el traje de luces. Sin embargo, el impacto emocional de verlo torear por televisión resulta abrumador para ella, ya que le genera mucha ansiedad, como reveló en la entrevista con Berenice Lobatón.

La relación entre Lucía y su hermano Juan es otra faceta interesante de su vida. Nacido seis años después de ella, Juan es el benjamín de la familia, pero Lucía siente que su inteligencia y bondad hacen que lo perciba como un "hermano mayor". La joven recuerda con cariño cómo deseaba tener un hermano desde pequeña y la emoción que sintió al enterarse de que iba a tener uno. "Recuerdo la ecografía de mi madre y que me grité de alegría al saber que sería un niño", relata.

Sobre su vida amorosa, Lucía ha compartido que lleva dos años en una relación y sueña con un amor tan fuerte y duradero como el de sus padres, que, tras tantos años juntos, todavía se miran con la misma chispa del primer día. En sus redes sociales, su madre expresó su orgullo por ella, describiéndola como "una mujer responsable, divertida y un poco rebelde".

Mientras tanto, Juan continúa sus estudios en Córdoba, a dónde la familia se mudó para mantener a Finito alejado del bullicio mediático. A pesar de ser el miembro menos conocido de la familia, Lucía resalta la sabiduría y calidez de Juan, y su relación como hermanos parece estar llena de complicidad y amor, incluso con la diferencia de edad. Ambos comparten un fuerte lazo que los une, formando un vínculo familiar envidiable.