Salud

Menos, pero más: comprendiéndolo en la evolución genética

2025-03-31

Autor: José

El genoma, esa increíble secuencia de ADN que define a cada organismo, se convierte en nuestra huella genética única. Mientras navegamos por el inmenso árbol de la vida, especialmente en las últimas décadas, la secuenciación de miles de genomas ha proporcionado un vistazo fascinante sobre cómo las especies evolucionan y se adaptan. Pero aquí viene un giro inesperado: la pérdida de genes puede ser igual de crucial que la adquisición de nuevos.

Menos es más: descubrimientos sorprendentes en evolución

La premisa intrigante de 'menos es más' se enraíza en la idea de que perder ciertos genes puede, paradójicamente, ofrecer ventajas evolutivas. Por ejemplo, en los humanos, la pérdida de receptores celulares ha aumentado la resistencia a enfermedades como la malaria y el VIH, mientras que en colibríes, la eliminación de ciertos genes de metabolismo energético ha permitido el increíble vuelo estacionario que todos admiramos.

Sin embargo, esta pérdida no se trata simplemente de eliminar funciones; también reconfigura la interacción con otros elementos genéticos. A pesar del progreso en la comprensión de este fenómeno, queda mucho por explorar. Lo que se ha observado es que la pérdida de genes difiere notablemente entre las ramas del árbol de la vida, siendo más prevalente en ciertos grupos, sugiriendo que este proceso podría ser un motor esencial para la evolución.

Oikopleura dioica: el pequeño gigante de la investigación

Tomemos como ejemplo a Oikopleura dioica, un pequeño organismo planctónico que ha emergido como un modelo fundamental en la investigación genética gracias a su notable historia evolutiva. Este diminuto ser, que habita en océanos de todo el mundo y pertenece al grupo de las apendicularias, ha experimentado una reducción drástica en su genoma, que ahora cuenta con menos de 70 megabases. Esto es 50 veces más pequeño que el genoma humano y ha ido acompañado de la pérdida de numerosos genes esenciales en otros organismos.

El estudio de O. dioica ha desvelado misterios, como la eliminación de la vía de señalización por ácido retinoico (RA), vital para el desarrollo embrionario en muchos seres vivos. ¿Cómo logra O. dioica desarrollarse sin esta vía? Las investigaciones han vuelto la atención hacia la vía de factores de crecimiento de fibroblastos (FGF), que, aunque también ha sufrido pérdidas, ha permanecido como un mecanismo crucial de desarrollo a través de la evolución.

La complejidad tras la simplicidad

Una de las principales revelaciones es que, a pesar de la reducción de su genoma, O. dioica todavía cuenta con más de 20,000 genes, un número comparable al del ser humano. De hecho, la expansión y diversificación de los genes supervivientes parecen haber contribuido a las adaptaciones únicas de O. dioica. La desaparición de varios grupos de genes FGF, combinada con la duplicación y expansión de las subfamilias que subsisten, respalda la idea de que menos no es sinónimo de incapacidad, sino un camino hacia una nueva complejidad.

Este fenómeno se asemeja a los cambios observados en otros grupos biológicos, incluyendo a los mamíferos, donde la pérdida de algunos genes ha acompañado innovaciones evolutivas que les han permitido adaptarse a diversos ambientes.

Un nuevo marco para entender la evolución

A partir de todos estos hallazgos, proponemos un nuevo modelo llamado 'menos, pero más', que no solo se enfoca en la pérdida, sino también en la forma en que esos genes perdidos abren puertas a nuevas oportunidades a través de la diversificación de los supervivientes. Este modelo tiene implicaciones que podrían reformar nuestra comprensión de la evolución, sugiriendo que la pérdida genética puede ser un motor esencial de innovación y adaptación en el extenso paisaje de la vida.