Entretenimiento

Morante de la Puebla desata su genialidad y la tormenta en su reaparición en Almendralejo

2025-03-29

Autor: José

A la tercera fue la vencida para Morante de la Puebla, tras dos intentos frustrados en Olivenza debido a una borrasca implacable. Este sábado, la tierra extremeña de Almendralejo fue testigo de su regreso explosivo, envuelto en un aura de miedo, ilusión y misterio. El público se preguntaba: ¿Cómo vendría el maestro? Y vino desatado, mostrando su arte con verónicas que fueron auténticas obras maestras.

El paseíllo comenzó con un cuarto de hora de retraso, y las colas daban la vuelta al coso, que casi dos décadas después colgó el cartel de 'No hay billetes'. Morante, vestido de buganvilla y oro, fue recibido con una ovación atronadora que resonaba en cada rincón. Desde los tendidos, los matadores, sus cuadrillas y hasta los monosabios aplaudían, mientras Morante absorbía la energía del público, todo un espectáculo en sí mismo.

El momento culminante llegó cuando brindó su primero a Cornetero, un astado que luchó hasta el final, pero no fue rival para la destreza del maestro. Cuando Morante levantó su capote, el silencio se hizo presente, como en un santuario. Apenas alzó su muleta para realizar una serie de verónicas, el eco de los '¡oooles!' invadió el lugar. Los ojos de muchos estaban llenos de lágrimas, no solo por la emoción de la actuación, sino también por el reconocimiento de su valentía y locura artística. Hasta el momento, no habíamos presenciado lances de tal calidad esta temporada; sencillamente, Morante es único.

El manejo de la lidia, por parte de Curro Javier y un par de Ferreira, también se destacó. Sin embargo, todas las miradas estaban sobre Morante, el verdadero escultor de la tauromaquia. ¿Vieron cómo presentó la mano derecha? ¿Y cómo cimentó sus pies en la tierra extremeña? Tras un momento de tensión, sólo un leve ¡ay! interrumpió el ambiente al ver que Morante lograba unos derechazos impresionantes, llenos de una elegancia sublime. '¡Morante, te queremos!', resonaban las voces en la plaza, mientras la espada caía de su mano con facilidad. Finalmente, paseó dos orejas para un público que nunca dejó de vitorear su nombre. La puerta grande le pertenecía, una proeza que marcaba no solo un triunfo en la plaza, sino también en la lucha personal contra una enfermedad que parece estar siempre presente.

Sin embargo, el cuarto toro trajo ciertas complicaciones. Pocos notaron que salió directamente con la espada en la mano; cuando se perfiló, y tras lidiar con Vozarrón, explotó una bronca considerable entre el público. Algunos, como Ramón Valencia, conocedor de la magnitud del abono de Morante, decidieron abandonar el callejón.

Entre tanto, el gran ausente de Sevilla, Emilio de Justo, aprovechó su momento con el capote, cortando un trofeo al segundo y otro al notable quinto, que recibió una vuelta al ruedo. Borja Jiménez, sustituyendo a Manzanares, recogió tres orejas en una corrida desigual.

Fue el día del regreso de un genio, y el mundo taurino se revolucionó al ver la maestría de Morante reintegrándose. A hombros fueron llevados los tres en el evento de Almendralejo, marcando el retorno de la inspiración y la pasión. Morante había regresado: imprevisible y magnético. ¡La tauromaquia nunca volverá a ser la misma!