La Real Academia de las Ciencias de Suecia ha hecho historia este miércoles al otorgar el Premio Nobel de Química 2024 a David Baker por su trabajo en el "diseño de proteínas mediante computación" y a Demis Hassabis y John Jumper por su innovador enfoque en "la predicción de la estructura de proteínas a través de inteligencia artificial". Este reconocimiento subraya las aplicaciones transformadoras de estos avances en múltiples campos, incluyendo el desarrollo acelerado de vacunas y el diseño de fármacos para combatir enfermedades devastadoras como el cáncer.

Los logros de estos tres científicos marcan un antes y un después en la biología molecular. Hassabis y Jumper, quienes trabajan en Google DeepMind, lograron con su modelo, AlphaFold2, predecir la estructura tridimensional de más de 200 millones de proteínas, utilizando únicamente la secuencia de aminoácidos. Este avance promete revolucionar la forma en que entendemos la biología, ya que la estructura de una proteína determina su función en los organismos, y la capacidad para predecirla podría abrir puertas a nuevas terapias y tratamientos.

David Baker, por su parte, ha innovado creando proteínas completamente nuevas, adaptadas a usos específicos como la detección de drogas peligrosas o el tratamiento de enfermedades. Su estrategia ha permitido diseñar vacunas efectivas en modelos animales y ha sentado la base para una nueva era en el desarrollo de biomedicina personalizada.

Al recibir el premio, Baker expresó su satisfacción y aprecio hacia las contribuciones de sus colegas, citando a Isaac Newton y destacando que su trabajo se ha construido sobre los hombros de quienes le precedieron.

Lo que hace aún más significativo este galardón es que los tres galardonados ya habían sido reconocidos con otros premios por sus innovaciones en biología computacional, y han colaborado en la vanguardia de la investigación científica. En 2023, también obtuvieron el premio Fronteras del Conocimiento en Biología y Biomedicina, gracias a su continuo esfuerzo de empujar los límites de lo que es posible con la inteligencia artificial.

En una conferencia de prensa, Hassabis enfatizó que su motivación es la búsqueda de aplicaciones de IA que mejoren la calidad de vida. Recordó su camino desde su infancia apasionada por el ajedrez hasta su trabajo con AlphaGo, que hizo historia al vencer al campeón del mundo en 2016. Este fue solo el principio, ya que AlphaFold ha revolucionado la investigación científica al permitir predicciones precisas sobre la estructura de las proteínas.

Ambos científicos también abordaron los desafíos y los peligros potenciales asociados con el uso de IA. Hassabis subrayó que, aunque la inteligencia artificial tiene un potencial inimaginable para aplicaciones benéficas, también presenta riesgos que deben gestionarse adecuadamente.

Las críticas no han faltado: la versión AlphaFold3 ha generado cierto escepticismo debido a su acceso limitado para los investigadores. Sin embargo, su capacidad para predecir no solo estructuras, sino también interacciones entre proteínas y otras moléculas vitales promete acelerar el desarrollo de nuevos medicamentos.

El impacto del trabajo de estos científicos es asombroso. José Antonio Márquez del EMBL expresó que es un premio bien merecido y que el rápido reconocimiento de estos avances no ha sido una coincidencia, ya que la comunidad científica ya se había adaptado a estos nuevos métodos.

El futuro se vislumbra brillante, pero también delicado. Alfonso Valencia, del Centro Nacional de Supercomputación, destacó que este premio no solo reconoce un avance en inteligencia artificial, sino un paso fundamental para entender mejor el funcionamiento biológico y cómo podemos utilizar ese conocimiento para el bien de la humanidad. Con un premio dotado de 11 millones de coronas suecas (unos 950.000 euros), la comunidad científica aguarda con expectación los próximos anuncios de los Nobel en otras disciplinas durante esta semana.