En una sorprendente vuelta de tuerca, Donald Trump ha admitido este jueves que su política de aranceles masivos no está exenta de "costes y problemas de transición". Un giro inesperado para quien antes se mostraba tan seguro de su estrategia.

Desde el Despacho Oval, Trump intentó calmar los ánimos, afirmando que "todo irá bien", un mensaje que lanzó justo antes de anunciar una pausa parcial en los aranceles que afecta a casi todos, excepto a China, durante 90 días. ¡Una jugada que ha dejado a muchos con la boca abierta!

En su intervención, Trump reveló que las imposiciones arancelarias contra las importaciones de otros países traerán dificultades, aunque él mismo sugiera que serán temporales. Estos "efectos secundarios" son algo que había mantenido en secreto, prometiendo curar la "enferma" economía estadounidense.

Durante una sesión informativa en la Casa Blanca, Trump, acompañado por su secretario de Estado Scott Bessent, mostró disposición para abrir negociaciones con los países afectados, dejando claro que la Unión Europea será tratada "como bloque" en vez de país por país, en un intento por suavizar su retórica.

El ex presidente, lejos de sus comentarios burlones de días anteriores, reiteró que "todo el mundo quiere venir y hacer acuerdos" con su Gobierno. Acompañado de figuras como Elon Musk, aseguró que su único objetivo es que el mundo trate a Estados Unidos de forma justa.

Sin embargo, Trump trató de justificar el incremento de los aranceles a China, ahora en un 145% tras sumar un 20% extra debido a cuestiones relacionadas con el tráfico de fentanilo. A pesar de esto, él y su equipo siguen aferrándose a la idea de que "todo es posible" en cuanto a llegar a un acuerdo definitivo entre las dos potencias.