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Vicente Monroy: "El capitalismo es un ejercicio de destrucción de la curiosidad"

2025-03-18

Autor: Carmen

“Siempre me ha dado miedo la oscuridad”, confiesa Vicente Monroy (Toledo, 1989) en su último ensayo. Sin embargo, lejos de rehuirla, se adentra en ella con valentía para desentrañar sus secretos y su belleza. En "Breve historia de la oscuridad" (Anagrama, 2025), Monroy propone una fascinante mirada a la penumbra del cine, convirtiendo este elemento en protagonista y tejiendo una narrativa que une sus dos grandes pasiones: el cine y la arquitectura.

Como programador de la Cineteca de Madrid y colaborador de la Academia de Cine Español, Monroy nos invita a explorar cómo la oscuridad ha transformado nuestra experiencia cinematográfica. Desde las primeras salas de proyección hasta los modernos multicines, su libro rinde homenaje a esos espacios que, lejos de ser meros vacíos, se convierten en refugios donde podemos conectar con nuestras emociones más profundas.

A medida que el mundo se adentra en la era de las pantallas individuales y el consumo solitario, Monroy reivindica la magia de las salas de cine como lugares de encuentro. La oscuridad compartida se transforma, así, en un espacio de libertad, reflexión y comunidad, iluminando, paradójicamente, desde la sombra.

El autor aborda la arquitectura de las salas de cine, sugiriendo que estas estructuras no solo son contenedores de películas, sino que contribuyen a la experiencia cinematográfica misma. Este enfoque recuerda a las obras totalizantes de Wagner, cuya intención era unir todos los sentidos en una experiencia artística integral, aunque con la advertencia de que dicha búsqueda ha sido malinterpretada en la era contemporánea.

Monroy plantea que el cine, en lugar de alcanzar una democratización de las experiencias artísticas, ha sido domesticado, convirtiéndose en un producto al servicio del imperialismo estadounidense y europeo. A medida que el cine ha degenerado en un arte accesible solo para algunos, especialmente en la trastienda de plataformas como Netflix, el autor reitera que somos testigos de una recurrencia de estas estructuras opresivas en la cultura contemporánea.

Al conectar el fenómeno de Internet con el cine, Monroy establece un paralelismo inquietante: así como el cine prometía democratizar el arte, las plataformas digitales han traído consigo una nueva forma de consumo pasivo, donde las imágenes están despojadas de su valor y significado. Este entorno provoca que las narrativas cinematográficas se diluyan, haciendo que el espectador pierda su capacidad de atención y reflexión.

Monroy también critica la actualidad del cine contemporáneo, identificado por su falta de profundidad discursiva. Esto se traduce en narrativas simplistas y diálogos carentes de sutileza. La controversia reciente en torno a la película "Anora" ilustra esta tendencia, donde la interpretación superficial de las tramas sustituye a la complejidad artística que históricamente ha caracterizado al cine.

La conversación se adentra en el papel del espectador en esta nueva realidad; el cine, un medio que antes era un refugio de catarsis emocional, enfrenta el riesgo de transformarse en un discurso superficial que sirve solo para divertir, no para iluminar. Monroy destaca que en estos espacios oscuros, no solo los colectivas queer encuentran libertad, sino que todos nosotros, como espectadores, nos reunimos para explorar y confrontar nuestra propia humanidad, una experiencia que se pierde en la fragmentación digital.

El miedo a la oscuridad se convierte, entonces, en una metáfora de nuestro tiempo: una llamada a redescubrir el valor de experimentar lo desconocido y a reconocer que la curiosidad puede ser nuestro mejor aliado en la lucha contra el consumismo. Vicente Monroy, a través de su ensayo, nos recuerda la importancia de exigir un cine y una cultura que nos desafíen a imaginar mundos nuevos y que revaloricen la oscuridad como parte esencial de nuestra experiencia humana.