Este viernes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, selló un acuerdo de libre comercio (ALC) con los países de Mercosur en Montevideo, Uruguay, poniendo fin a un proceso de negociación que ha durado nada menos que 25 años. Sin embargo, la oposición de Francia, liderada por el presidente Emmanuel Macron, amenaza con empañar este histórico logro. Macron declaró que el pacto es 'inaceptable' en su forma actual, pero su postura no ha logrado frenar a Bruselas.

"Este acuerdo no es solo una oportunidad económica, es una necesidad política", enfatizó Von der Leyen en una rueda de prensa, junto al presidente de turno de Mercosur y de Uruguay, Luis Lacalle Pou. Ella añadió que el pacto permitirá crear un mercado de más de 700 millones de consumidores, comentando: "Estamos derribando barreras y permitiendo que entren inversiones". Se estima que las empresas europeas se beneficiarán con ahorros de unos 4.000 millones de euros anuales en aranceles.

Lacalle Pou también subrayó la importancia de este acuerdo, afirmando que logra superar una relación de desconfianza generada por desacuerdos previos entre las dos regiones. "Es ilógico que en un mundo donde el conocimiento se duplica cada tres años, los países no puedan alcanzar acuerdos", señaló, asegurando que toda la región está de acuerdo en la 'trascendencia del día'.

A pesar de la negativa de Francia, otros líderes de Mercosur han mostrado posturas variadas. Santiago Peña de Paraguay expresó cierto descontento pero también entusiasmo, mientras que Lula da Silva de Brasil consideró este día como 'histórico', y Javier Milei de Argentina destacó la 'importancia' del convenio.

Este acuerdo significa la eliminación progresiva del 91% de los aranceles que se aplican a productos europeos que ingresan a Mercosur, lo que beneficiará a productos agrícolas de gran interés como el aceite de oliva, vino, frutas y porcino. A cambio, la UE liberalizará gran parte del acceso a su mercado, aunque todavía habrá términos especiales para productos sensibles.

Sin embargo, antes de que el acuerdo pueda ser considerado completamente ratificado, el portavoz comunitario en materia comercial, Olof Gill, recordó que lo sucedió en Montevideo fue solo un acuerdo político preliminar, iniciando un largo proceso legal. Este proceso implicará hacerlo pasar por revisiones detalladas por parte de las autoridades jurídicas de la UE y su traducción a todos los idiomas oficiales, antes de someterlo a votación en el Parlamento Europeo y el Consejo.

Este nuevo tratado comercial ya había sido esbozado en un principio en 2019, pero se encontró con la resistencia de varios países europeos, que solicitaron condiciones más estrictas para proteger el medio ambiente y evitar desventajas para los agricultores europeos. Las negociaciones incluyeron cláusulas que permitirán suspender el acuerdo si una de las partes no cumple con los compromisos del Acuerdo de París.

A pesar de que algunas naciones como Polonia, Irlanda, y los Países Bajos han expresado reservas, solo Francia se mantiene firmemente opuesta al acuerdo, poniendo en riesgo un pacto que podría beneficiar enormemente a ambas regiones. La urgencia por cerrar este capítulo de negociaciones es palpable, ya que el mundo se dirige hacia un comercio más interconectado y rápido, dejando atrás la era de aislamiento.