“La tierra no pertenece a la gente; la gente pertenece a la tierra”
2025-01-14
Autor: Lucas
La magia de estar vivos
Además de ser un destacado físico y astrónomo, el profesor Gleiser se ha adentrado en la Filosofía Natural, una disciplina que imparte en la Universidad de Appleton. Su obra más reciente, "El universo consciente. Manifiesto para el futuro de la humanidad" (Kairós), ya disponible en español, presenta una propuesta única para enfrentar la crisis existencial que Supone el cambio climático. Gleiser aboga por un cambio de perspectiva que centre nuestra atención en la vida y lo extraordinaria que es en comparación con los mundos inertes que observa a través de los telescopios.
La frase "La tierra no pertenece a la gente; la gente pertenece a la tierra" encapsula su filosofía biocéntrica, que redefine nuestro lugar en el planeta. En un momento donde las crisis globales se acumulan, desde la contaminación hasta la pérdida de biodiversidad, Gleiser nos llama a reconocer nuestra interconexión con la naturaleza. Para él, continuar con nuestra existencia como si nada estuviera sucediendo en el planeta es un acto suicida que debe terminar.
Según Gleiser, los humanos han caído en la trampa de pensar que somos dueños de la Tierra, ignorando que somos parte de un sistema mucho más vasto y delicado. Este pensamiento ha surgido a partir de la monetización de la tierra, donde se le asignó un valor financiero, creando la falacia de propiedad. Como resultado, hemos adoptado una mentalidad que nos coloca en la cúspide de un falso dominio, olvidando que el bienestar de nuestra especie está intrínsecamente ligado a la salud del planeta.
El economista y filósofo aclamado también pone de relieve dos grandes obstáculos para el cambio. El primero es la creencia de que estamos por encima de otras formas de vida. El segundo es nuestra obsesión por lo material, dejando de lado la espiritualidad y nuestra conexión con el mundo natural. "Es hora de despertar a una nueva era de espiritualidad laica", dice, sugiriendo que la conexión profunda con la vida es lo que realmente nos brinda significado.
Sin embargo, el camino hacia el cambio no será fácil. Gleiser sugiere que debemos replantear nuestras interacciones con el entorno y adoptar una postura de respeto y colaboración con la naturaleza. La idea de ser custodios del planeta, en lugar de explotadores, es fundamental para asegurar la supervivencia de nuestra especie.
Sabemos que pequeños cambios en el estilo de vida, como reducir el consumo de carne, agua y energía, son pasos hacia un futuro más sostenible. No obstante, Gleiser enfatiza la necesidad de movernos más allá de la razón y conectar con nuestras emociones sobre el mundo natural.
El mensaje de Gleiser es claro y urgente: debemos volver a conectarnos con nuestra historia como parte de un ecosistema. La vida en la Tierra se originó de un único organismo hace 3.000 millones de años, y esta historia de cooperación y conexión es fundamental para nuestro aprendizaje y crecimiento.
En un mundo donde los gobiernos parecen priorizar el crecimiento económico sobre la salud del planeta, el desafío de luchar por nuestra supervivencia y la del ecosistema recae sobre los individuos. Se nos llama a ser agentes del cambio, a unirnos en la lucha por un futuro donde la vida y la naturaleza sean valoradas sobre todo lo demás.
Al final, Gleiser enfatiza que la esperanza radica en nuestra capacidad de asombrarnos y volver a la esencia de nuestra existencia: somos parte de algo mucho más grande y hermoso. Al adoptar estos valores biocéntricos, seremos capaces de construir un futuro donde todos podamos prosperar.