Un estudio reciente ha puesto de relieve cómo el comportamiento social de las ratas podría revolucionar los tratamientos médicos para trastornos mentales en humanos. Un equipo de investigadores de la Universidad Eötvös Loránd (ELTE) en Hungría ha pasado más de 10 meses analizando las complejas interacciones de estos roedores, revelando que su vida social es muchísimo más intrincada de lo que se pensaba anteriormente.

Las ratas, que comparten el 90% de su composición genética con los humanos, son esenciales en la investigación médica debido a la posibilidad de extrapolar sus descubrimientos. Sin embargo, este estudio es pionero, ya que hasta ahora no se había investigado en profundidad su organización social a través de métodos automatizados y de largo plazo. Financiado por la ERC, el proyecto, liderado por el renombrado profesor emérito Tamás Vicsek, ha proporcionado insights valiosos sobre la vida social de estos animales.

El objetivo principal del estudio era investigar cómo se manifiestan las jerarquías dentro de los grupos de ratas. Para ello, los investigadores implementaron un sistema de identificación continua mediante códigos de colores y recrearon un ambiente que simulaba su hábitat natural. Los aspectos del experimento, como la alimentación y el ciclo día-noche, fueron automatizados para garantizar resultados precisos.

Durante el transcurso del estudio, el equipo recopiló vastas cantidades de datos a través de cámaras de alta resolución que podían captar imágenes en la oscuridad. Para analizar los terabytes de información, se desarrolló un algoritmo específico para rastrear los movimientos de las ratas, permitiendo identificar patrones en su conducta relacionados con la composición social del grupo.

Una de las revelaciones más sorprendentes del estudio fue la variabilidad en las jerarquías sociales. En ciertos grupos, las ratas establecieron claras jerarquías con frecuentes confrontaciones, mientras que en otros coexistieron de manera pacífica. Al introducir a ratas de diferentes grupos, los resultados variaron drásticamente: algunas veces emergieron nuevas jerarquías, mientras que en otras se mantuvo una convivencia tranquila. Es especialmente notable que rasgos individuales como la propensión al riesgo o la indecisión no siempre predecían el comportamiento de las ratas en un entorno social real, lo que sugiere que hay factores complejos en juego.

El investigador Máté Nagy, quien diseñó los experimentos, subrayó que “el comportamiento social de las ratas es mucho más complicado de lo que imaginábamos”. Estas conclusiones son cruciales, ya que podrían cambiar la forma en la que se llevan a cabo futuros estudios sobre el comportamiento animal, particularmente en el contexto de la investigación farmacológica.

Además, los hallazgos resaltan la dificultad de predecir las jerarquías sociales entre ratas, que variaron incluso tras reorganizaciones de grupo durante el estudio. Las jerarquías estaban en constante cambio, evidenciando la intrincada red de interacciones sociales que poseen.

Los resultados del estudio nos invitan a ser cautelosos al evaluar el impacto de medicamentos psicotrópicos en experimentos con animales. Se destaca que las conclusiones deben ser tomadas con precaución, pues el comportamiento social puede ser mucho más errático de lo que se pensaba.

Este innovador trabajo no solo abre nuevas oportunidades para la investigación sobre ratas, sino que también tiene implicaciones para entender el comportamiento social de otros animales y, potencialmente, de los humanos. Nos desafía a considerar cómo nuestras propias interacciones sociales podrían estar influenciadas por dinámicas complejas aún no completamente comprendidas.