La conservación marina está sufriendo una alarmante falta de atención, siendo considerada la gran olvidada en las políticas medioambientales. Según el director de la Fundació Marilles, la situación es aún más crítica para los invertebrados marinos, que solo reciben atención cuando se trata de especies con interés comercial como la gamba y la langosta. Esta inquietante realidad se discutió en una jornada organizada en la Fundació Sa Nostra de Can Tàpera, donde participaron destacados investigadores en el área.

La profesora de Ecología de la Universitat de Barcelona, Cristina Linares, hizo una comparativa devastadora: "Es como si perdiéramos árboles en un bosque". En Menorca, Ibiza y Cabrera, se ha documentado el alarmante retroceso de diversas especies marinas. Entre 2010 y 2016, su equipo observó que ciertas poblaciones de gorgonia, antes saludables, han colapsado debido al aumento de las olas de calor marinas propiciadas por la crisis climática. "Ya no encontramos gorgonia blanca en el norte de Menorca. Aún pensábamos que podrían sobrevivir a mayores profundidades, pero ni eso... En solo 20 años, se han extinguido", lamentó Linares. Guillem X. Pons, del departamento de Geografía de la Universitat de les Illes Balears (UIB), también destacó que se están notando reducciones preocupantes en la población de moluscos en aguas balearas.

El impacto de las olas de calor marinas ha llegado a afectar hasta casi el 100 % de la superficie del Mediterráneo. "La intensidad y duración de estos fenómenos han incrementado, resultando en mortalidades masivas", explicó Joaquim Garrabou, ecólogo marino del Institut de Ciències del Mar de Barcelona. Una de las medidas urgentes que deben tomarse es la reducción inmediata de las emisiones contaminantes, aunque se prevé que el problema continúe agravándose en próximas décadas debido al calentamiento global. Garrabou reveló que, al comienzo de su carrera, nunca imaginó que presenciaría extinciones locales de tal magnitud.

El papel de los invertebrados marinos es crucial para la calidad del agua que nos rodea. Julio Díaz, investigador del Centre Oceanogràfic Balear, presentó un dato alarmante: "Una esponja de un kilo puede filtrar entre 20.000 y 30.000 litros de agua al día". Este filtrado es vital para mantener la claridad y calidad de las playas y calas, especialmente considerando la baja cantidad de nutrientes en el agua debido a la falta de ríos.

Por otro lado, el doctor Fiz da Costa, del Centro Oceanográfico de Vigo, introdujo el innovador proyecto RemediOS, que busca recuperar los arrecifes de ostras en peligro, con poblaciones que han desaparecido hasta en un 99 % en Europa. La idea es utilizar estas ostras como filtros, mejorando la claridad del agua y sirviendo como refugio para otras especies, lo que a su vez beneficiaría a los pescadores locales. Este proyecto está siendo probado en el Mar Menor, y Da Costa está convencido de que podría implementarse en áreas como la bahía de Pollença.

En definitiva, la situación en el Mar Balear es crítica, y la inacción puede llevar a consecuencias ecológicas devastadoras. La pregunta es: ¿qué estamos esperando para actuar?