Stellantis, el coloso automovilístico detrás de marcas icónicas como Opel, Citroën, Jeep y Fiat, se encuentra en una encrucijada. El CEO, Carlos Tavares, ha advertido que la creciente presión de la competencia china podría forzar al grupo a cerrar algunas de sus plantas en Europa. En una reveladora entrevista con el diario francés "Les Echos", Tavares fue claro: "no hay que excluir nada" respecto a la posibilidad de cerrar instalaciones o vender marcas de su amplio portafolio que suma quince.

En sus declaraciones, Tavares enfatizó el impacto que tendría si los fabricantes chinos capturan el 10% del mercado europeo, lo que se traduce en aproximadamente 1,5 millones de vehículos. "Esto equivaldría a siete plantas de montaje. Los constructores europeos se verán obligados a cerrar o vender", advirtió, dejando entrever un panorama sombrío.

El dilema se agrava si se considera que el cierre de fronteras a los productos importados no es la solución, ya que Tavares sostiene que "los chinos simplemente invertirán en plantas dentro de Europa". Esto podría ocurrir apoyados por subvenciones estatales de bajo costo, lo que pone en jaque la capacidad de producción de Stellantis. "No debe sorprendernos si se cierran fábricas para ajustar la sobrecapacidad existente", añadió.

Stellantis cuenta con una presencia significativa en España, donde opera tres fábricas en Madrid, Vigo y Zaragoza. El año pasado, estas plantas produjeron más de un millón de vehículos, un aumento del 17,8% en comparación con 2022. Sin embargo, el futuro de esta producción podría verse amenazado si la competencia continua creciendo.

Recientemente, la situación se ha vuelto más tensa tras el acuerdo de países europeos de imponer aranceles a los vehículos eléctricos importados de China durante los próximos cinco años. Cabe destacar que España se abstuvo de esta medida, buscando atraer inversiones del sector automotriz chino, especialmente en la Zona Franca de Barcelona.

Las inquietudes sobre el liderazgo de Tavares también han resurgido, especialmente después de que los sindicatos italianos exigieran la intervención del Gobierno ante la alarmante caída de producción en Italia, que podría regresar a niveles de 1957 en 2024. Tavares ha respondido pidiendo más ayudas públicas para revitalizar la producción en el país.

Por si fuera poco, en EE. UU., el sindicato United Auto Workers (UAW) ha criticado duramente a Tavares, acusándolo de "asesinar" al fabricante de automóviles y sugiriendo que trabajadores y accionistas se unan para exigir su destitución. "La mala gestión de los altos ejecutivos está matando esta compañía. Es inaceptable que se considere 'indignante' la propuesta de reabrir Belvidere, especialmente cuando en solo nueve semanas han gastado 1.000 millones de dólares en recompra de acciones", declaró su presidente, Shawn Fain.

Con un futuro incierto y la presión que enfrentan tanto en Europa como en Estados Unidos, Stellantis se mire en un espejo que refleja desafíos monumentales. ¿Podrán adaptarse a esta nueva era de competición feroz, o las amenazas del gigante asiático llevarán a la restructuración de su producción en España y más allá?