La corrida de ayer en Castellón fue un despliegue de bravura y torería que dejó a los aficionados con la emoción a flor de piel. Los tercios de varas fueron realmente notables, con cada toro tomando dos puyazos y empujando con fuerza. Destacó particularmente el cuarto toro, que se ganó el respeto y la ovación del público en el ruedo.

Antonio Ferrera brilló como un auténtico maestro. Su actuación fue excepcional, demostrando un control perfecto al torear a ese fantastico Ruiseñor, que incluso fue indultado. Cada pase que daba era ejecutado con una precisión milimétrica, haciendo que el tiempo y el espacio en el ruedo parecieran fluir a su ritmo. Ferrera no solo mostró la esencia del toreo, sino que la elevó a un nivel artístico que emocionó a todos los presentes.

El torero mostró su versatilidad, administrando la faena con gran maestría, tanto en las series con la mano derecha como con la izquierda, donde se notó una profundidad extraordinaria en cada muletazo. La tarde fue un verdadero regalo para los amantes del arte del toreo, evidenciando años de dedicación y trabajo.

Por su parte, Escribano también dejó su huella, brillando especialmente con el tercero. Su manejo de la izquierda destacó la profundidad de su estilo, aunque con el sexto toro no tuvo la misma suerte, ya que el animal buscó rápidamente la protección de las tablas.

El Fandi, conocido por su toreo espectacular, logró un trofeo en su primera corrida, aunque su estilo más showman a veces le costó captar completamente la atención del público. Con el quinto toro, se mostró más desafiante, pero fue difícil conectar con los espectadores después de las grandes actuaciones anteriores.

En resumen, la tarde fue un espectáculo que quedará grabado en la memoria de los aficionados, una verdadera celebración del arte del toreo en Castellón. Con actuaciones tan memorables, el futuro del toreo parece más brillante que nunca.