El Papa Francisco, quien se aproxima a los 88 años, continúa consolidando su influencia sobre el futuro de la Iglesia Católica con el reciente anuncio de 21 nuevos cardenales, programado para el 8 de diciembre. De estos nuevos cardenales, 20 son menores de 80 años, permitiéndoles participar como electores en el próximo cónclave para elegir al sucesor del pontífice argentino.

Con esta designación, Francisco habrá nombrado a cerca del 80% de los 141 cardenales que asistirán a la elección del próximo Papa, un hecho que podría moldear drásticamente el camino futuro de la Iglesia. Habiendo sido designados solo seis cardenales por Juan Pablo II y 24 por Benedicto XVI, el actual Papa ha nombrado a nada menos que 111 cardenales desde que asumió en 2013, después de la histórica renuncia de Benedicto XVI.

Es notable la rapidez con la que Francisco ha nombrado cardenales en comparación con sus predecesores. Mientras que sus antecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, nombraron un promedio de ocho y nueve cardenales anualmente, respectivamente, Francisco lo ha hecho con una media superior a 11 por año.

Con estos nuevos nombramientos, el Colegio Cardenalicio no solo incrementa su número, sino que también reduce su edad promedio de 71 a 69 años. Entre los nuevos cardenales más jóvenes se encuentran el australiano Mykola Bychok (44 años), el lituano Rolandas Makrickas (52) y el canadiense Francis Leo (53).

Además, el nuevo conjunto de cardenales refleja una diversidad geográfica mayor, aumentando la representación de países de 89 a 94. Entre ellos, se incluyen obispos de Irán, Indonesia y Japón, aunque Europa sigue liderando con el mayor número de cardenales. Italia, por otro lado, ha visto su influencia decrecer, pasando de tener 28 electores en el cónclave que eligió a Francisco a solo 16 en la actualidad. Estados Unidos, Brasil y España se mantienen como otros de los países más representados, con 10, 7 y 7 cardenales respectivamente.

Cinco latinoamericanos se destacan entre los nuevos cardenales: el arzobispo de Lima, Carlos Castillo; el de Santiago de Chile, Fernando Chomali; el de Santiago del Estero, Vicente Bokalic; el de Guayaquil, Gerardo Cabrera; y el arzobispo de Porto Alegre, Jaime Spengler.

El Papa, siempre enfocado en las "periferias" del mundo, ha expresado que la elección de los nuevos cardenales representa la universalidad de la Iglesia, llevando el amor y la misericordia de Dios a todos los rincones del planeta. Entre los nuevos electores también se encuentran obispos de diversas regiones, contribuyendo a una mayor inclusión en el liderazgo eclesiástico.

Sin embargo, estos cambios se producen en un clima de tensiones ideológicas dentro de la Iglesia. Recientemente, un documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha suscitado controversia al sugerir que podría legitimarse la bendición de parejas homosexuales, un tema que ha generado resistencia, especialmente en sectores conservadores de África.

A su vez, el Sínodo de la Sinodalidad, que propone una Iglesia más participativa, ha enfrentado críticas de los sectores más tradicionales, especialmente en cuanto a la discusión de temas delicados como la sexualidad y el matrimonio, desde una perspectiva más empática.

A medida que el Papa Francisco se acerca a su duodécimo año de pontificado, queda claro que su huella en la futura elección de su sucesor es innegable: cuatro de cada cinco cardenales que participarán en el próximo cónclave habrán sido nombrados por él mismo. Esto no solo refuerza su legado, sino que también da una dirección clara sobre cómo quiere que evolucione la Iglesia en los próximos años.