La reciente DANA ha devastado Valencia, dejando tras de sí un panorama de desolación y desamparo. Lo que solía ser un lugar vibrante y lleno de vida, ahora se ha convertido en una escena de caos y sufrimiento. En cuestión de horas, la población experimentó uno de los desastres más aterradores de su historia, con calles que una vez fueron bulliciosas ahora sumergidas en agua y escombros.

El impacto ha sido devastador no solo para los más de 220 fallecidos, sino también para el patrimonio material de miles de familias. La comunidad comienza a asumir la magnitud de la tragedia y el duelo por las pérdidas humanas y materiales está apenas comenzando. Las imágenes capturadas parecen sacadas de una película de horror, haciendo difícil creer que esta catástrofe realmente ha ocurrido. La acumulación de automóviles atrapados en el agua parece irreal, pero es una triste realidad.

Valencia, ahora un cementerio de vehículos

Las calles y carreteras de la ciudad se han transformado en un laberinto de coches flotantes y atascados, arrastrados por la voracidad del agua que convirtió vehículos en meros juguetes en manos de la naturaleza. Miles de autos quedaron inservibles y se encuentran esparcidos por toda la ciudad, algunas veces apilados como si fueran chatarra.

Varios días después de la tormenta, se están llevando a cabo operaciones de limpieza y rescate. La Dirección General de Tráfico (DGT) ha estimado que alrededor de 120.000 vehículos han sido afectados por estas inundaciones. De este total, el 98% se considera irrecuperable y está destinado al desguace.

Pero, ¿qué sucederá con esos vehículos destruidos?

El destino de esta gran cantidad de chatarra es un desafío para las autoridades, que se ven obligadas a encontrar soluciones para gestionar esta crisis emergente. La preocupación no solo se centra en el espacio necesario para el desguace, sino también en la contaminación que ya está surgiendo como consecuencia del desastre. Las autoridades ambientales se encuentran en alerta máxima, conscientes de las implicaciones ecológicas que esto conlleva.

El Ministerio de Industria y la DGT, junto con la Asociación Española de Desguace y Reciclaje del Automóvil (AEDRA), están trabajando coordinadamente para abordar la situación. Actualmente, los vehículos dañados están siendo trasladados a centros autorizados para su tratamiento ambiental. Estos centros están preparados para llevar a cabo la destrucción segura y responsable de vehículos inservibles, tomando en cuenta las normativas medioambientales vigentes.

¿Qué pasará con los propietarios de estos coches dañados?

Se están simplificando los procesos administrativos para dar de baja de manera definitiva o temporal a los coches afectados. Para aquellos vehículos que han sido retirados de las vías públicas, la DGT procederá a dar la baja automáticamente. Sin embargo, los coches que fueron dañados en garajes deberán contar con la gestión de sus respectivos propietarios para dar de baja. En todos los casos, peritos evaluarán si es posible reparar los vehículos o si deben ser enviados al desguace.

Además, los propietarios afectados podrán iniciar el trámite para la reclamación de indemnizaciones a través de sus compañías de seguros y el Consorcio de Compensación de Seguros. Se han introducido excepciones en los requisitos de cobertura que beneficiarán a todos los asegurados, independientemente del tipo de póliza que posean.

Es crucial que los dueños de vehículos afectados resuelvan sus inquietudes y realicen la declaración de destrucción lo antes posible para así evitar el pago del impuesto de circulación y la obligación de pasar la ITV. La situación sigue evolucionando y es vital que los ciudadanos se mantengan informados y preparados para afrontar los retos que vienen tras esta tragedia.