El 9 de octubre de 2018, Sant Llorenç des Cardassar, un pequeño pueblo en Mallorca, fue devastado por inundaciones catastróficas que dejaron 13 muertos y numerosos edificios dañados, con una lluvia de hasta 240 litros por metro cuadrado en pocas horas. Esta tragedia se convirtió en el escenario para una de las imágenes más icónicas y conmovedoras de Rafa Nadal, que ha embelesado al mundo.

Durante esos momentos críticos, el famoso tenista no duda en intervenir. Con un escobón en mano y una expresión de determinación en su rostro, Nadal fue visto ayudando a achicar el agua en un taller cercano, un acto que no fue planeado, como confiesa Mateu Puigròs, el alcalde de la localidad. "Nadie sabía que venía, fue un gesto completamente espontáneo que sorprendió a todos", relata.

Los vecinos, como Lali, destacaron la humildad de Nadal: "Estaba allí, pidiendo fregonas, como cualquiera de nosotros. Era un voluntario más, trabajando codo a codo con la comunidad para limpiar el desastre". Esta experiencia humanitaria mostró el lado más noble del tenista, una faceta que la mayoría de las personas adora pero que a menudo no se conoce.

A tan solo cinco kilómetros de su hogar en Manacor, donde sus raíces familiares estaban profundamente arraigadas, Nadal se convirtió en un símbolo de esperanza durante la crisis. Puigròs menciona que su presencia fue un aliento para todos los que estaban trabajando sin descanso, y que representó el apoyo de muchas personas anónimas que también llegaron de pueblos cercanos para ofrecer su ayuda: "Nadal fue un reflejo de todos esos héroes anónimos a los que nunca pudimos agradecer directamente".

No solo se quedó en la ayuda física, sino que Nadal hizo una donación significativa de un millón de euros para ayudar a la reconstrucción del pueblo y para invertir en instalaciones deportivas, lo que demuestra su compromiso con su comunidad.

En 2020, el Ayuntamiento otorgó a Nadal el título de Hijo Adoptivo de Sant Llorenç, una distinción que refleja el respeto y cariño que los vecinos sienten por él. El gesto de subastar su chubasquero azul, que usó durante las inundaciones, demuestra su deseo de seguir ayudando, destinando los fondos recolectados a obras benéficas.

Aunque las inundaciones fueron un episodio trágico, la respuesta solidaria de Nadal y de muchos otros vecinos se ha convertido en un ejemplo inspirador de cómo las comunidades pueden unirse en tiempos de crisis. Sin duda, la imagen del tenista barriendo agua en Sant Llorenç resuena como un símbolo de esperanza y humanidad en medio de la adversidad.