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Radiografía del ‘sportswashing’ de Arabia Saudí: más de 900 contratos para ocultar un régimen represor

2024-12-02

Autor: Laura

Arabia Saudí, un régimen autocrático que pisa los derechos humanos, criminaliza a las personas de la comunidad LGTBIQ+, aplica la pena de muerte y reprime cualquier intento de oposición, ha establecido este año al menos 910 acuerdos comerciales en el ámbito deportivo, que incluyen patrocinios, adquisiciones y organización de eventos deportivos, por un valor que supera los miles de millones de euros. Esto forma parte de una estrategia de 'sportswashing' para blanquear la imagen de la dictadura saudí, según una investigación exclusiva de Play the Game, una organización danesa dedicada a mejorar los estándares éticos en el deporte.

El informe revela una extensa red de contratos en diversos deportes, incluidos 194 en fútbol, 123 en boxeo, 92 en golf, y otros en deportes como atletismo y tenis. Además, describe cómo altos funcionarios saudíes están conectados con entidades políticas y empresariales, lo que genera potenciales conflictos de interés que amenazan la integridad de estos deportes.

Esta masiva operación de sportswashing está además vinculada al proyecto Visión 2030, un plan elaborado por el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán para diversificar la economía saudí, que actualmente depende casi exclusivamente del petróleo. En una reciente entrevista, Bin Salmán afirmó que si el sportswashing puede aumentar el PIB del país, lo seguirán implementando, lo que es particularmente inquietante dado su implicación en el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018, un crimen por el que la CIA ha señalado a su círculo cercano.

De todos los deportes, el fútbol es el que mayor inversión recibe de Arabia Saudí. A través del Public Investment Fund (PIF) y de la petrolera estatal Aramco, Arabia Saudí ha establecido 346 contratos y 71 respectivamente. En un movimiento que consolida su influencia, el país ha sido designado como anfitrión del Mundial masculino de 2034, siendo su única candidatura. La FIFA, que ha dado su visto bueno a esta decisión, ignora explícitamente las violaciones de derechos humanos presentes en el país, en un informe que destaca los esfuerzos de Arabia Saudí para abordar preocupaciones relacionadas con los derechos humanos.

El fútbol se ha convertido en la piedra angular de la imagen que Arabia Saudí intenta proyectar. La monarquía ha llegado a organizar competiciones de renombre como las Supercopas de España e Italia, y tiene acuerdos con clubes europeos como el Atlético de Madrid y el Manchester City. En octubre de 2021, adquirió el Newcastle, generando controversia por la naturaleza del gobierno saudí.

Aparte del fútbol, la influencia saudí se extiende también al tenis, donde han firmado 36 contratos, con eventos de alto perfil como el Six Kings Slam, que reunió a las estrellas más relevantes del deporte. Este evento entregó a los jugadores premios monetarios exorbitantes, poniendo a Arabia Saudí en el mapa también en el tenis.

Sin embargo, el 'sportswashing' saudí no se limita solo a grandes ligas deportivas; la Autoridad de Turismo Saudí está detrás de numerosos acuerdos, que incluyen la organización del Dakar y un Gran Premio de Fórmula 1. La estrategia incluye la figura de embajadores turísticos como Lionel Messi, quien firmó un acuerdo de 23 millones de euros.

A pesar de los esfuerzos del régimen por parecer más respetuoso con los derechos humanos, aquellos que se oponen a su política sufren terribles consecuencias. Recientemente, durante el torneo de tenis WTA, la campeona Coco Gauff expresó su deseo de inspirar a las jóvenes saudíes, mientras que el caso de Manahel al Otaibi, condenada a 11 años de prisión por actividades disidentes, sigue siendo un recordatorio de la represión que aún persiste en el reino.

La investigación de Play the Game revela cómo Arabia Saudí utiliza el deporte para cambiar la narrativa global sobre sí mismo. A medida que el país se embarca en su ambiciosa transformación hacia un futuro menos dependiente del petróleo, las inversiones en deportes son fundamentales para mejorar su imagen internacional y atraer turismo e inversiones, a pesar de su controvertido historial en derechos humanos.