En medio de un panorama devastador, un comandante ucraniano, con sus característicos bigotes de cosaco, nos observa con confusión y nos lanza una inquietante pregunta: - ¿Habéis venido aquí sin inhibidor? - ¿Qué inhibidor? - La antena que llevamos todos en el techo del vehículo. Esa que parece cuernos. Este lugar está invadido por drones rusos de todo tipo. Al menos con esto, tenemos alguna posibilidad de defendernos de los drones suicidas. Acércate a mi coche y espero que el 'paraguas' funcione.

La situación en Pokrovsk es desesperante. Desde la escasa comunicación en el frente hasta el constante temor de un ataque aéreo, los soldados se enfrentan a un duelo no solo contra un enemigo, sino también contra el tiempo y la falta de recursos. Los habitantes de la región, con las crónicas de su dolor, también relatan historias desgarradoras sobre perros abandonados que deambulan por las calles, testigos silentes de la guerra. Muchos de estos animales han quedado huérfanos, reflejando la tristeza de una comunidad que lucha por sobrevivir.

Los drones rusos han tomado un papel protagónico en este conflicto. Históricamente, el uso de drones en combate ha cambiado la dinámica de las guerras modernas, permitiendo a los invasores realizar ataques precisos y devastadores. Las tropas ucranianas deben adaptarse rápidamente a esta nueva realidad, desarrollando tácticas para contrarrestar la amenaza de estos dispositivos aéreos.

Así que, en un día cualquiera en Pokrovsk, mientras la sangre se mezcla con la tierra y el eco de las explosiones retumba en la distancia, la gente sigue luchando. Luchan por sus hogares, sus seres queridos y, en algunos casos, por la dignidad de aquellos perros que, a pesar del horror a su alrededor, aún esperan ser rescatados.