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Chillida y los premios Ortega y Gasset: un legado que perdura por más de cuatro décadas

2025-03-23

Autor: María

El legado de Eduardo Chillida, uno de los escultores más emblemáticos del País Vasco, sigue vivo en los premios Ortega y Gasset, galardones que celebran la excelencia en el periodismo. Su nieto, Mikel Chillida, director de Desarrollo del museo Chillida Leku, admite que la figura de su abuelo ha estado intrínsecamente ligada a estos premios desde su creación en 1984. "Me costará imaginar estos premios con otra imagen artística que no sea la de Eduardo Chillida", compartió Mikel, remarcando la profunda conexión que existió entre el artista y el mundo del periodismo.

En la última edición del premio, que coincidió con el centenario del nacimiento de Chillida, los ganadores recibieron la obra Zubia (1989), un grabado cargado de simbolismo, ya que 'zubia' significa puente en euskera. Este gesto marcó el final de una era de colaboración entre Chillida y los premios Ortega y Gasset.

Chillida, que acumuló 84 condecoraciones a lo largo de su vida, siempre mantuvo una postura distante respecto a los premios. Sin embargo, aceptó participar en la creación de los Ortega y Gasset porque se alineaba con sus valores de libertad de expresión, independencia y rigor. A lo largo de los años, trabajó codo a codo con EL PAÍS, donde fue socio fundador en 1976, contribuyendo a los nuevos ideales democráticos que emergían en España durante la transición.

La relación de Chillida con EL PAÍS se consolidó cuando diseñó el logotipo original de los premios y seleccionó obras significativas de su colección. La obra Begirari (1989), que significa guardián o vigía, fue una de las más destacadas, reconocida anualmente en este certamen. Luego llegó Begirari II (1999) y, posteriormente, Hatz (2000), que se convertiría en el emblemático símbolo del concurso.

Hoy, el legado de Chillida continúa, pero sus creaciones son limitadas. Mikel Chillida reconoce que Zubia representa "la manera más hermosa de cerrar esta etapa y abrir un nuevo ciclo artístico". En la próxima edición de 2024, que se llevará a cabo en el Ayuntamiento de Barcelona, enfatizó la importancia de premiar valores como el compromiso, el diálogo y la tolerancia, cualidades que definieron la vida de su abuelo.

Además de su trabajo con los premios, Chillida dejó una profunda huella en la historia de EL PAÍS. En el 20 aniversario del diario, creó una escultura que simbolizaba una mano, junto a un mensaje escrito a mano: "1996 Veinte aniversario EL PAÍS". Su deseo fue que esta obra "vuele y pese como un periódico", una reflexión poética sobre el poder de la verdad y la información en la sociedad.

Con su partida, Chillida pasará el testigo a Miquel Barceló, otro destacado artista, quien se convertirá en el nuevo referente estético de los premios periodísticos. Mikel comentó que el relevo está "muy bien pensado", ya que ambos artistas comparten admiración mutua y tienen una historia que se remonta a más de tres décadas. Así, el legado de Chillida se transforma, pero su influencia en el arte y el periodismo continuará brillando, recordándonos que las palabras y la creatividad son fundamentales para construir sociedades más justas y tolerantes.